Aniversario

¿Qué queda de Podemos? 10 años para 22 diputados en todo el país

El partido fía su futuro a Irene Montero en la UE para disputar a Díaz el liderazgo

Podemos cumple hoy diez años de su irrupción en el panorama político y se enfrenta al mismo reto por el que nació, pero a riesgo de perderlo todo en medio de una lucha encarnada en la izquierda por ser el partido motor en la alternativa al PSOE por la izquierda, posición que perdió tras su pugna con Sumar. El partido impulsado por la desafección política que les llevó a entrar en el Congreso con 69 diputados en 2015 camina en el alambre cada vez más solo entre ataques por la «bunkerización» de la dirección y acusado por quienes un día formaron parte del proyecto de buscar «destruir a Yolanda Díaz».

Quienes formaron parte del «primer Podemos» se encuentran hoy bien fuera de la política o se han posicionado de parte de Díaz. Actores relevantes en su día como Íñigo Errejón, Carolina Bescansa, Sergio Pascual, Tania González, Luis Alegre o Ramón Espinar hace tiempo que rompieron con los morados. Algunos, como el líder de Más País o Pablo Bustinduy –ministro del Gobierno– son hoy apoyos imprescindibles en la construcción de Sumar y otros como Juan Carlos Monedero se han distanciado en los últimos tiempos de la dirección del partido y de Pablo Iglesias, la mano que sigue pilotando la estrategia política a través de su propio «medio».

Los morados, que prometieron con su documento asambleario «Mover Ficha» trabajar por un «verdadero proceso de unidad», han acabado reventando el mismo tras la disputa con Sumar por el liderazgo de la izquierda. El partido que logró su mejor resultado junto a Izquierda Unida en 2016 con 71 escaños a nivel nacional cuenta hoy con tan solo cinco escaños propios en el Congreso de los Diputados, que consiguieron gracias a la coalición con Sumar en las últimas elecciones generales. Tras la ruptura de todos los puentes, éstos decidieron marcharse al Grupo Mixto. A nivel regional, el partido que un día formó coaliciones con IU y otras fuerzas de izquierda y lograron juntos hasta 177 diputados en todo el país, tiene hoy solo 22 parlamentarios propios, 17 de ellos repartidos por diez comunidades. Hasta hace unas semanas contaba con una más, su única diputada asturiana. Fue expulsada del partido por parte de la dirección estatal y se quedará con su escaño en el Grupo Mixto. Era el único reducto crítico que los morados tenían tras una masiva purga de cargos críticos a lo largo de estos diez años de vida.

En los consistorios, Podemos fue clave para promover las candidaturas de unidad popular que lograron con los llamados «ayuntamientos del cambio»: Madrid, Barcelona, La Coruña, Cádiz, Zaragoza, Ferrol o Santiago. Hoy no hay ni rastro de ellos. Tan solo contaban con un representante a nivel local, el teniente alcalde de Alcorcón, Jesús Santos, que hace solo un mes rompió con los morados por su enfrentamiento con Yolanda Díaz. Los morados han ido acumulando varias derrotas electorales a lo largo de su historia y en las últimas autonómicas se quedaron fuera de cinco de los seis gobiernos autonómicos en los que tenían presencia.

Después de las elecciones generales, y tras la pelea entre los de Ione Belarra y Yolanda Díaz por el reparto de ministerios en Moncloa, los morados se quedaron fuera del Consejo de Ministros y perdieron casi toda su representación institucional. Tan solo cuentan en las instituciones con la vicepresidenta tercera en Navarra, Begoña Alfaro, quien en los últimos días criticó que los morados tumbaran la reforma de desempleo de Díaz en el Congreso. A nivel orgánico, desde que Belarra asumió la Secretaría General en 2021 hasta nueve cargos de su dirección han abandonado todos sus puestos y como ya desveló este diario, al menos 23 consejeros han seguido el mismo camino.

El partido fía su supervivencia al revulsivo que les impulsó después a la política nacional: Bruselas. Podemos logró cinco eurodiputados en las elecciones europeas de 2014 y ahora se encomienda a la figura de Irene Montero para volver a influir políticamente y medirse de tú a tú con Sumar en junio. Allí pretende demostrar su poder al contar todas las formaciones con las mismas posibilidades de conseguir escaño. A la vez, intenta recomponer una estructura territorial debilitada por los varapalos en las urnas y por el abandono de la mayoría de sus líderes autonómicos.