Opinión
El relato del Gobierno
Las cesiones al independentismo y mantener a los ministros morados contra viento y marea proyectan a un Sánchez que antepone su permanencia en el sillón a todo lo demás
Terminando el mes de febrero, Sánchez no ha conseguido zafarse de los problemas que le generan sus socios de gobierno. Después de la Ley del “sí es solo sí” y de la batalla interna con la ley de protección animal, ha sido noticia la quiebra interna dentro del PSOE en torno a la Ley Trans.
Los socialistas tienen dos grandes problemas de difícil solución a estas alturas. El primero es la imagen de persona fría y distante que proyecta el presidente. En un intento de “humanizar” a Sánchez, Moncloa ha inventado una campaña de encuentros con ciudadanos comunes, tan chapuceramente construido que la noticia ha terminado siendo que los ciudadanos eran militantes socialistas.
El segundo problema, mucho más importante, consiste en la dificultad para hacer un relato de la acción de gobierno. Frente a quienes defienden que no es necesario construir un relato, la realidad es que la sociedad se hace una idea acerca de quienes lideran los partidos, que es clave en las urnas.
Se percibe a Ayuso como el verso suelto en un Partido Popular que se esfuerza en moderar sus posiciones bajo la batuta de Feijóo, Arrimadas es identificada como el desastre y Abascal encarna el franquismo.
Sánchez ha intentado construir el suyo identificándolo con una gestión social de las crisis que se han sucedido durante la legislatura con medidas como la subida de las pensiones, de los sueldos a los funcionarios, de la bajada de los precios energéticos gracias a la excepción ibérica o la subida del salario mínimo interprofesional.
Sin embargo, no son percibidas como una estrategia planificada y coherente, sino como una amalgama de improvisaciones en función de los intereses electorales de Sánchez.
Las cesiones al independentismo y mantener a los ministros morados contra viento y marea, a pesar de su insolvencia manifiesta, proyectan a un Sánchez que antepone su permanencia en el sillón ante todo lo demás.
Es lo peor que le puede pasar al Partido Socialista, porque para los votantes, el líder y el partido político vienen a ser lo mismo.
Faltan poco más de tres meses para las elecciones autonómicas y municipales y, aunque los candidatos locales se esforzarán en campañas que se centren en clave local y personal, el deterioro a nivel nacional, les afectará. La medida en que sufrirán las consecuencias de los virajes de Sánchez, se verá en el recuento de la noche electoral.
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