
Inmigración
El relato de un trabajador en un centro de menas: "La situación es insostenible"
Un empleado que trabaja cada día en un centro de acogida de menores extranjeros explica a LA RAZÓN como es su experiencia y los problemas a los que se enfrenta

"Un ciclo de violencia". Esta es la tortura continua que sufren los trabajadores de los centros de menas que realizan su cometido en la Comunidad de Madrid. Agresiones, vejaciones o insultos son el "pan de cada día". LA RAZÓN ha conseguido el testimonio de uno de estos empleados que hace semanas salió en las noticias por resultar herido al ser mordido por uno de estos jóvenes.
Carlos (nombre ficticio) visita la mutua del trabajo casi de forma mensual. Mordiscos, arañazos, golpes... ha sufrido todo tipo de heridas mientras intenta desempeñar su cometido en un centro de menores de Madrid. A pesar de su juventud, lleva años en las instalaciones de este edificio y está experimentado en el trato con este colectivo.
Sus ojos han visto pasar mil y una historias de como han llegado a nuestro país. Sin embargo, también cuenta en su cuerpo con "heridas de guerra", "cicatrices" y "recuerdos" de muchos de estos jóvenes. Ha tenido en varias ocasiones que hacerse pruebas tras recibir los bocados de varios internos.
Aún así sigue trabajando en este centro de menas pero reconoce de forma tajante: "La situación es insostenible". Y es que los menores cometen agresiones sexuales fuera, amenazan, insultan y atacan a trabajadores, ·sin que exista una respuesta efectiva", lamenta.
El ciclo de la violencia
Una vez que se producen estos hechos delictivos "en menos de 24 horas están de vuelta, sin asumir consecuencias reales, y reinciden en las mismas conductas". "Pueden llegar a violar a una chica o agredir a una profesional, y aun así continúan con su vida como si nada", detalla este trabajador sobre la conducta que ha percibido de estos menas.

Esta frialdad contratas con las sensaciones de las víctimas que se ven obligadas a convivir y trabajar bajo el "miedo constante". "Pasan los meses, sale un menor y entra otro con los mismos patrones, perpetuando un ciclo de violencia que deja desprotegidas a las víctimas y desamparado al propio sistema", denuncia.
Carlos no duda en señalar de que estos menas que tienen "conductas violentas" padecen "problemas graves de consumo de drogas y alcohol". "No reciben la atención ni el control necesarios. Estas circunstancias derivan en noticias de violaciones y agresiones, que no son hechos aislados, sino la consecuencia directa de una gestión ineficaz y de la falta de medidas adecuadas", manifiesta en declaraciones a LA RAZÓN.
Una de las dudas que surgen es de dónde pueden sacar el dinero para pagar las sustancias estupefacientes. Carlos no duda en su respuesta: "Robando". Casi a diario, la Policía les trae al centro por robos con violencia.
Tampoco en el interior de los centros reflejan normalidad. "Dentro la lían por la mínima ya que es gente que se cabrea por todo y a la mínima busca bronca por el mono de las drogas o el alcohol o por sus problemas de agresividad", describe este trabajador.
La ley de la jungla
Carlos fue noticia hace unas semanas cuando apareció en los medios de comunicación la agresión que sufrió mientras realizaba su trabajo. El artículo que leyó contenía errores. Sin embargo, reconoce que las publicaciones no muestran ni una quinta parte de lo que viven a diario.

Este "ciclo de la violencia" en los centros de menas viene y va. Todo depende de los grupos que llegan. Hay pocos meses de tranquilidad porque en un grupo tan numeroso siempre hay alguien que quiere destacar y más con esas edades. Es como la "ley del más fuerte": "La ley del rey de la jungla". Muchos de estos chicos solo luchan por sobrevivir y salir adelante mientras otros quieren campar a sus anchas.
La experiencia de Carlos dice que esta problemática es de difícil solución. El foco de la actualidad está en los centros pero pronto perderá la expectación mediática y volverán a sufrir los mismos hechos "por la puerta de detrás". Endurecer la Ley del Menor o más inversión en estos servicios, pueden ser algunas de las salidas. Mientras esto sucede, este trabajador tiene que volver al centro. Ese lugar donde no se producen "hechos aislados".
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