Estrategia
Sánchez traslada a su entorno su optimismo de cara a la investidura
Fuentes del PSOE se aferran a la «prudencia», pero alejan el escenario de la repetición electoral
El PSOE sigue operando bajo el radar. Mientras todos los focos apuntan hacia Alberto Núñez Feijóo, que se enfrenta al reto de llenar su agenda de reuniones en las cuatro semanas que le separan de la fecha de su debate de investidura, los socialistas trabajan sin presión ni protagonismo en la complicadísima tarea de revalidar la aritmética que les permitió hacerse con el control de la Mesa del Congreso. «La investidura es otra historia», señalan desde el entorno del presidente del Gobierno, conscientes de las dificultades añadidas a la que entonces fue una negociación netamente parlamentaria. Sin embargo, tal como ha podido percibir este diario, el ambiente en las filas socialistas es de optimismo. «Paciencia y prudencia», señalan con una sonrisa fuentes consultadas, que recuerdan que «ahora es el momento de Feijóó», sin ocultar que ya trabajan en una alternativa «viable» para cuando éste, muy probablemente, fracase a finales de septiembre.
El optimismo que rezuma el entorno de Sánchez se corresponde con las sensaciones que el propio presidente en funciones les ha trasladado en privado y que alejan el horizonte de la repetición electoral. «Hoy por hoy no trabajamos con ese escenario», aseguran. Lo cierto es que desde la misma noche electoral del 23 de julio en Ferraz se conjuraron contra la posibilidad de volver a pasar por las urnas, pese a la ajustada aritmética que arrojó el escrutinio. En primer lugar, porque el PSOE consiguió entonces su objetivo: que las derechas no llegasen a sumar una mayoría suficiente, por lo que no están dispuestos a dar una nueva oportunidad a la coalición de PP y Vox.
En segundo término, porque la movilización del espacio progresista que permitió que Sánchez mejorara sus resultados se antojaría complicada en una repetición electoral, en la que tradicionalmente crece la apatía del votante; y, en último lugar, porque volver a votar no garantiza que el resultado vaya a ser más clarificador para los intereses del gobierno progresista. En Ferraz y Moncloa no olvidan que en 2019 la suma PSOE-Unidas Podemos retrocedió diez escaños en noviembre, encareciendo los apoyos de sus potenciales socios durante la investidura.
Con las enseñanzas del pasado en el retrovisor, los socialistas consideran que también hay mimbres positivos en el presente. Creen que el campo de pruebas que supuso el pacto para la Mesa del Congreso ha sido positivo. No ha generado anticuerpos en el independentismo más hiperventilado para enrarecer futuras negociaciones. También se aferran a la «discreción» que están manteniendo todos los actores concernidos, en especial ERC y Junts, durante estas semanas de conversaciones. Más allá del pronunciamiento aislado ayer del expresident Carles Puigdemont, asegurando que no hay ningún avance y que anunciará la próxima semana sus condiciones, el perfil bajo de las partes involucradas invita a pensar que no hay ánimo de reventar la negociación.
Los avances son tibios, pero se están consolidando sobre bases firmes. En ello se han enfocado los primeros esfuerzos, en reconstruir –sobre todo con Junts– los puentes y una relación de confianza inexistente hasta ahora. Creen que existe voluntad de lograr un acuerdo o al menos de pasar a jugar en el terreno de la política. Como gesto de buena voluntad, los socialistas aprecian que los independentistas hayan desterrado de sus discursos la petición de un referéndum de autodeterminación, conscientes de que no cabe en la Constitución y que sería –por tanto– inasumible para el Gobierno, y que se hayan centrado en la amnistía, para la que el Ejecutivo busca ya un encaje dentro de la ley.
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