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“Si la carga del avión no hubiese estado bien anclada hubiera sido un proyectil”

Los militares cuya aeronave se salió de la pista en Jaca recuerdan que “para lo que podía haber pasado, no pasó nada”

Cuatro de los miembros de la UMAER que iban en el avión siniestrado
Cuatro de los miembros de la UMAER que iban en el avión siniestradolarazon

Los militares cuya aeronave se salió de la pista en Jaca recuerdan que “para lo que podía haber pasado, no pasó nada”

“Siempre me acordaré de la cara del primer rescatador que entró y dijo: ‘Ya podéis salir’”. Con estas palabras, el teniente coronel Francisco Cantalejo recuerda el accidente que sufrió la pasada semana en Jaca (Huesca) cuando el avión en el que viajaba junto a otros 9 compañeros se salió de la pista en el aeródromo de Santa Cilia. Es uno de los miembros de la Unidad Médica de Aeroevacuación (UMAER) que participaba en el simulacro anual de la Unidad Militar de Emergencias (UME). Junto a él se encontraba el coronel Vicente Miguel Velamazán, jefe de la unidad, quien explica que, justo cuando el aparato se disponía a tomar tierra, “dimos fuerte en el suelo y a partir de ahí, el salto, la bofetada, el avión se descontroló y al final frenamos cuando caímos por la vaguada. Dentro era una coctelera”.

Con una sonrisa en la cara, Velamazán cuenta que “salimos magullados, estropeadillos, pero bien”, al tiempo que recuerda que, si bien el piloto tuvo que ser evacuado en camilla y “parecía que era el que más daño sufrió”, el que “peor quedó fue un sargento que tuvo una fractura complicada de húmero”. Eso sí, no duda en afirmar que “para lo que podía haber pasado, no ha pasado nada”. Y es que a bordo del avión transportaban 1.400 kilos de material, el cual, “si no hubiese estado bien estibado y llega a volar por dentro hubieran sido como proyectiles”. “Gracias que nuestros estibadores lo anclaron perfectamente, porque si se llega a mover igual no estábamos aquí tan alegres”. Por ello, estos miembros de la UMAER no dudaron en agradecer a sus compañeros en tierra que hubieran colocado toda la carga sin errores: “Les debemos la vida porque nos han sacado de un atolladero”. Una vida que, en broma, dicen que les ha cambiado y que salieron del aparato “con un día de vida”.

Sin perder el humor en ningún momento, el coronel asegura que “estuvimos muy involucrados en el simulacro”, tanto que “nos tocó ser arte, parte y todo lo habido y por haber”. Lo mismo que el teniente coronel, que reconoce que “convertimos un simple ejercicio en un ejercicio real”. Y recuerda cómo llamó a su mujer: “Le dije que eso no era parte del ejercicio, que era real, que nos habíamos estrellado pero que estábamos bien”. Y es aquí donde el jefe de la UME, teniente general Miguel Alcañiz, explica que “fue una casualidad, porque como parte del simulacro, los rescatadores estaban a pie de pista y había médicos dentro y fuera del avión”.

Como consecuencia del accidente, el avión “C-295” quedó “con el morro muy metido hacia dentro”, pero tanto el fuselaje como el conjunto, salieron “muy enteritos”. Ahora será la Comisión para la Investigación Técnica de Accidentes de Aeronaves Militares (CITAAM) la encargada de determinar la causa de este accidente.