Política

El desafío independentista

“Sin el señor de Waterloo no hay nada que hacer”

El sector crítico que cree que “no se puede gobernar desde Bruselas” claudica ante Puigdemont

Consejo en Viella. Torra reunió ayer a su Gobierno en el Valle de Arán. En la imagen, con Elsa Artadi / Efe
Consejo en Viella. Torra reunió ayer a su Gobierno en el Valle de Arán. En la imagen, con Elsa Artadi / Efelarazon

El sector crítico que cree que “no se puede gobernar desde Bruselas” claudica ante Puigdemont.

La guerra civil independentista para conseguir el liderazgo ha dejado su versión sainete para iniciar el cuerpo a cuerpo. Las elecciones generales, municipales y europeas han trazado un terreno de juego en el que las dos fuerzas quieren romper el desempate que en diciembre de 2017 dejó a las dos fuerzas empatadas, pero con un Puigdemont que arañó 10.000 votos más que los republicanos.

Ahora los cuarteles generales preparan sus arsenales. El primer pulso, las generales. En los preparativos las primeras víctimas colaterales. El PDeCAT cautivo y desarmado ha sido liquidado por Puigdemont que no quiere ni rastro de los herederos de Convergència. Los neoconvergentes, divididos internamente, no han podido frenar las consignas del «señor de Waterloo». Lo han intentado pero la ausencia de un liderazgo interno, las pocas agallas y el convencimiento de que sin Puigdemont «no hay nada que hacer» provocaron la rendición incondicional. Puigdemont arbitró las listas «para bloquear al Estado» con sus adictos, aunque se guardó un as en la manga: formalmente la Crida per Catalunya no apoya ninguna lista en las elecciones generales. O sea, impone a sus hombres y mujeres, pero Puigdemont no perderá el 28-A porque, así de sencillo, formalmente no se presenta.

Campuzano, Pascal, Xuclà, son ya historia. Los convergentes han sido relegados a las segundas posiciones en Tarragona, Lérida y Gerona. En Barcelona desaparecen de las cuatro primeras posiciones. Puigdemont se la juega poniendo al frente a todos los «presos políticos». Sánchez por Barcelona, Turull por Lérida y Rull por Tarragona, como adelantó LA RAZÓN, y su abogado, Jaume Alonso Cuevillas por Gerona. El movimiento responde a la colocación de Oriol Junqueras como número uno de los republicanos por Barcelona. ERC también hace gestos con los presos de telón de fondo. La número dos en las europeas, la esposa de Raül Romeva. La número uno por Gerona, Montse Bassa, la hermana de la consellera juzgada por el 1-0. Las voces que desde el independentismo reclaman nuevos liderazgos porque no se puede «gobernar desde la cárcel o desde Bruselas», no tienen demasiado éxito. En pleno juicio, ambos partidos enzarzados en una lucha cainita utilizan a los presos como punta de lanza. Sin embargo, con estas listas surge una pregunta: ¿los líderes presos dejarán el Parlament, para asumir sus nuevas responsabilidades si son elegidos? Todo apunta que no lo harán. Primero, porque no podrán ocupar sus escaños y preferirán mantener la tensión en el Parlament después de algunas broncas sonadas porque «la democracia española no les deja ejercer sus derechos políticos». Sus segundos ocuparán sus puestos y tomarán sus actas. Esto para los candidatos de Junts per Catalunya, la candidatura de Puigdemont. Para ERC, Junqueras dejará paso a Gabriel Rufián su número dos, porque el presidente de los republicanos volverá a presentarse a las europeas. Y ahí tiene intención de quedarse y coger su acta de eurodiputado.

Aquí se va a generar la gran batalla entre los adalides de ambas formaciones. Puigdemont y Junqueras se verán las caras –es un decir– tras la traición del presidente catalán en su huida en el maletero hasta Bélgica. Puigdemont reivindica el bloqueo. Junqueras la negociación sin renunciar a sus principios. Dos formas de plantear la hoja de ruta, hoy inexistente porque ninguno se impone al otro. En la carrera europea, Junqueras puede tener una ventaja. La designación de Puigdemont como cabeza de lista no ha gustado un ápice a los nacionalistas vascos, que ayer analizaron la situación en el Euskadi Buru Batzar. De su decisión dependerá la suerte de Puigdemont.

La candidatura del presidente fugado ha abierto otra polémica que se acentuará en la campaña electoral. ¿Puigdemont presentándose a las europeas abandona su intención de ser presidente de la Generalitat? Sus opositores ya están levantando la voz en este sentido recordando aquella promesa de «si soy elegido, volveré a Cataluña». De momento, aún se le espera. Este enfrentamiento acentuará las hostilidades entre ambas formaciones en el campo municipal. Los neoconvergentes querrán revalidar su victoria en número de alcaldías y aprobar su asignatura pendiente: el área metropolitana de Barcelona, dónde cosechó sus peores resultados en décadas. Su principal problema, Barcelona incluida, la aparición de candidaturas auspiciadas por la ANC. Ahora Puigdemont tratará de incorporarlas a sus candidaturas, aunque el capítulo no está cerrado.

La pugna independentista, que irá a mayores hasta el 26 de mayo, ha dejado otras víctimas: los Comunes. El partido de Colau se ha partido en dos. Elisenda Alamany está negociando con ERC la inclusión de su sector en las listas electorales. También lo hace Joan Josep Nuet, el líder de EUiA, la marca de Izquierda Unida en Cataluña que abandona a los Comunes y trata de colarse en las listas republicanas. Esta división ha provocado que, en una veintena de ciudades catalanas, los morados presenten dos listas enfrentadas. Colau necesita retener Barcelona a cualquier precio. Una derrota dejaría a los Comunes en el umbral de la ruptura total. Para evitar la debacle, Colau ha colocado a un independentista sin matices, Jaume Asens, al frente de los suyos en las generales. Es el ser o no ser.