Política

El único futuro de Yolanda: diluirse en la lista del PSOE

Moncloa necesita la reunificación de la izquierda, pero el guion es el inverso al de hace dos años: hoy busca absorber a Sumar

La complicidad entre Pedro Sánchez y Yolanda Díaz tras la pérdida de su padre: la emoción de Díaz y el homenaje desde la Tribuna
La complicidad entre Pedro Sánchez y Yolanda Díaz tras la pérdida de su padre: la emoción de Díaz y el homenaje desde la TribunaAlberto R Roldán

La caída en picado de Yolanda Díaz y el descrédito de Sumar, certificado esta pasada semana con la derrota en la reducción de la jornada, consolidan un nuevo escenario político en la izquierda. Así, lo que antes de las últimas elecciones generales era presentado con el gancho de «un proyecto ilusionante», llamado a renovar el espacio de Podemos, hoy, sin embargo, aparece como un páramo yermo en el que apenas resisten las siglas y unas cuantas nóminas públicas. «El futuro de Díaz está más en el PSOE que en su propio partido», admite, sin rodeos, un diputado socialista consultado por este periódico.

En los cenáculos madrileños, la lectura es clara: si en las anteriores elecciones Pedro Sánchez necesitó mimar y engordar a la vicepresidenta, para presentarla como contrapeso frente a Podemos, ahora la estrategia pasará por lo contrario: «abducir» a Sumar y absorber a sus principales dirigentes en la estructura socialista.

«Es la operación inversa: no hay que sostener a Sumar, sino borrarles», explica un ex alto cargo de la órbita de la izquierda a la izquierda socialista.

Los últimos barómetros reflejan el desplome de la vicepresidenta segunda, que ha pasado de ser la política mejor valorada en el CIS a convertirse en una figura desdibujada, sin relato ni espacio propio. Los enfrentamientos territoriales, la crisis interna y la pérdida de referentes han dejado al proyecto sin aire. «Sumar ha quedado reducido a una agencia de colocación», sentencia, con malicia, un dirigente de Izquierda Unida.

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz en el Congreso
Pedro Sánchez y Yolanda Díaz en el CongresoEduardo ParraEuropa Press

En ese caldo de cultivo, Yolanda Díaz ha echado mano de la estrategia de parecer cada vez más distante del PSOE. Un oasis en medio del desierto porque, en realidad, lo único a lo que puede estar jugando es a incrementar su precio de cara a una negociación futura con el PSOE. Aquellos guiños constantes a Sánchez, aquella defensa cerrada de la coalición, y su silencio inamovible ante las concesiones a Junts o Esquerra, han pasado a mejor vida, y esto se interpreta como un movimiento calculado para garantizarse, como sea, un futuro. No se trata de principios, sino del estatus del confortable coche oficial.

La Moncloa necesita articular un escenario de recomposición en la izquierda, pero las tornas no parece que vayan en la misma dirección que hace dos años. El presidente del Gobierno sabe que su única oportunidad de revalidar hoy el poder, y con muy pocas opciones según las encuestas, exige reagrupar bajo su control todo lo que en la actualidad queda a la izquierda del PSOE.

En las elecciones generales de 2023 el núcleo «sanchista» optó por dar aire a Sumar como plataforma amplia con la esperanza de contener el coste de la ruptura con Podemos. Y la estrategia les funcionó. Hoy, al contrario, parece que la consigna es distinta: fagocitar a Díaz y a los suyos.

«Pedro Sánchez no quiere rivales a su izquierda, quiere satélites», resume un analista socialista. Esa lógica explicaría los rumores acerca de que algunos nombres de Sumar, como Ernest Urtasun, también podrían sentirse cómodos en futuras candidaturas socialistas. "Se está preparando una operación de integración de facto. Es la única salida que tienen".

El desgaste de Yolanda Díaz

Mientras tanto, en Sumar se multiplican las tensiones. Las otras siglas de aquella plataforma que Sánchez dio de comer hace dos años, y que hoy está ya en la puerta del crematorio, se quejan del ninguneo y de la falta de liderazgo. Los alcaldes, que fueron presentados como el motor municipalista de la plataforma, tampoco confían en el proyecto. Y los cuadros intermedios miran a Ferraz como única salida. Aquí ya no hay proyecto político, sólo supervivencia personal.

El caso de Urtasun, ministro de Cultura y hombre de confianza de Díaz, es paradigmático. En su entorno no hacen asco a esas voces que le sitúan como «puente» hacia el PSOE.

En todo caso, lo cierto es que el desgaste de Yolanda Díaz se produce en paralelo al vacío estratégico de la izquierda. Sin programa reconocible, sin relato económico y sin discurso social claro, Sumar ha perdido toda capacidad de marcar agenda. Pero lo mismo le ocurre al PSOE, arrastrado por el bloqueo legislativo y la agenda que condicionan sus socios. «El espacio político que ocupaba Yolanda Díaz está en completa demolición», dicen en el PSOE, haciendo gala de aquello de ver la paja en el ojo ajeno.

En ello les ayuda el derrumbe demoscópico de ese «ojo ajeno». La situación la comparan con otras etapas del socialismo, como cuando Izquierda Unida fue marginada hasta convertirse en un socio irrelevante. Pero hoy, a diferencia de entonces, la anulación de esa parte que representa Podemos es una quimera.