Psicología

15 alternativas a los castigos de nuestros hijos

La mayoría de los libros y artículos actuales sobre el tema recomiendan “alternativas” que en realidad tienen mucho en común con el castigo y transmiten el mismo mensaje

Una mujer gritando a su hijo
Una mujer gritando a su hijoDreamstimeLa Razón

Lo cierto es que cada vez más padres reconocen los efectos nocivos del castigo físico y verbal. Saben que los gritos, las bofetadas, los golpes y los azotes enseñan violencia, destruyen la autoestima, generan ira, interfieren con el aprendizaje y dañan la relación entre padres e hijos. No obstante, saber qué no hacer es solo el primer paso.

Desafortunadamente, la mayoría de los libros y artículos actuales sobre el tema recomiendan “alternativas” que en realidad son simplemente castigos. Estos incluyen el “tiempo de espera”, la denegación de privilegios y las llamadas consecuencias “lógicas”. Todos estos métodos tienen mucho en común con el castigo físico y transmiten el mismo mensaje, que el padre o la madre no tiene interés en las necesidades subyacentes no satisfechas que llevaron al comportamiento de su hijo y se está aprovechando injustamente de su mayor tamaño y poder sobre el niño. Lo más significativo es que estos enfoques le dicen al niño que alguien a quien ha llegado a amar y en quien confía desea causarle dolor. Este es un mensaje “enloquecedor”, ya que es ajeno a la comprensión intuitiva del niño acerca de cómo debería ser el amor.

Finalmente, todos estos enfoques hacen que se pierdan las mejores oportunidades de aprendizaje. Desvían al niño hacia fantasías de venganza, donde está demasiado distraído para concentrarse en el verdadero problema que tiene entre manos.

¿Cuál es la alternativa?

Familia en la playa
Familia en la playaLa Razón

Las verdaderas alternativas al castigo son aquellas que ayudan al niño a aprender y crecer de manera saludable. Y para poder mejorar el vínculo con nuestros hijos, desde LA RAZÓN hemos realizado una lista con quince de ellas:

  • Evite el comportamiento no deseado satisfaciendo las necesidades de su hijo cuando se expresen por primera vez. Una vez satisfechas sus necesidades actuales, es libre de pasar a la siguiente etapa de aprendizaje.
  • Proporcione un entorno seguro y acogedor para los niños. No tiene mucho sentido tener artículos de gran valor, económico o emocional, al alcance de un bebé o un niño pequeño, cuando simplemente se pueden guardar o cambiar de ubicación hasta que el niño tenga la edad suficiente para manejarlos con cuidado.
  • Aplicar la regla de oro. Piense en cómo le gustaría ser tratado si se encontrara en las mismas circunstancias que su hijo. La naturaleza humana es la naturaleza humana, independientemente de la edad.
  • Muestre empatía por los sentimientos de su hijo. Incluso si el comportamiento de un niño parece ilógico, sus sentimientos y necesidades subyacentes son reales para él. Una declaración como “pareces triste” es una buena manera de demostrar que estamos del lado de nuestro hijo.
  • Valide los sentimientos de su hijo para que sepa que usted lo comprende y se preocupa, y que nunca será rechazado por tener algún tipo de sentimiento en particular. Con frases como, por ejemplo: “Eso también me asustó cuando era pequeño”.
  • Satisfacer la necesidad subyacente que condujo a ese comportamiento. Si castigamos el comportamiento exterior, la necesidad aún insatisfecha seguirá aflorando de otras formas hasta que finalmente sea satisfecha. Preguntas como: “¿Estás enfadado porque he estado hablando mucho por teléfono hoy?” o “¿Te gustaría salir a dar un paseo?”, pueden ayudar a un niño a sentirse amado y comprendido.
  • Siempre que sea posible, busque una solución en la que todos salgan ganando y que satisfaga las necesidades de todos. Para aprender habilidades efectivas de resolución de conflictos, puede apuntarse a algún seminario de “Comunicación No Violenta”.
  • Asegúrele a su hijo que es amado y apreciado. El llamado “mal” comportamiento es a menudo el intento del niño de expresar su necesidad de amor y atención, de la mejor manera que puede manejar en ese momento. Debemos tener en cuenta que si pudiera expresar esta necesidad de una manera más madura, lo haría.
  • Aleje el foco de una situación que se ha vuelto demasiado estresante para resolverla en ese momento: “Tomémonos un descanso. ¿Qué te gustaría hacer en su lugar?”
  • Tomemos aire. Cuando estamos estresados, necesitamos más oxígeno, pero tendemos a respirar superficialmente. Incluso unas pocas respiraciones profundas pueden ayudarnos a calmarnos y pensar con más claridad.
  • Tómese un descanso con su hijo. Un cambio de escenario, incluso si es solo un corto periodo de tiempo al aire libre, puede marcar una gran diferencia tanto para los padres como para los niños. A veces solo necesitamos un poco de tiempo o un cambio de situación para pensar más objetivamente y ver las cosas con más claridad.
  • Los niños necesitan sentir que tienen voz. Ofrecer opciones para que el joven decida por sí mismo, incluso si no son cuestiones de gran relevancia, ayudará al niño a sentir que tiene algo que decir sobre su vida, especialmente si ha tenido que hacer frente a cambios recientes.
  • Intente susurrar. Cuando las tensiones son altas, susurrar puede ayudar a llamar la atención de un niño y también ayudar a calmar a los padres.
  • Recuerde que los niños crean imágenes a partir de nuestras palabras: “¡Reduce la velocidad!” es más efectivo que “¡Deja de correr!”. La primera declaración crea una imagen de desaceleración, mientras que la segunda crea una imagen de alguien corriendo, ya que la palabra “no” es demasiado abstracta para superar la imagen más concreta y convincente de correr. Del mismo modo, una petición específica es más efectiva que una general: “Por favor, deja el vaso” en lugar de “Ten cuidado”.
  • Pregúntese: “¿Voy a recordar esto más tarde y voy a reírme?”. Y si la respuesta es afirmativa, ¿por qué perder el tiempo y no reírse ahora?. Cree el tipo de recuerdo que le gustaría tener cuando mire hacia atrás sobre este asunto.