
Acoso
Así puedes ayudar a tu hijo a enfrentar burlas por su apariencia con seguridad y autoestima
Es fundamental que los padres comprendan el problema desde la perspectiva del menor

Cuando un niño recibe burlas por llevar gafas, un aparato dental o cualquier elemento asociado a su apariencia física, es fundamental que los padres comprendan el problema desde la perspectiva del menor. Escuchar, validar y acompañar son claves para fortalecer su autoestima y enseñarle a gestionar estas situaciones.
Escucha activa: el primer paso para apoyar a tu hijo
Si tu hijo cuenta que le hacen burlas en la escuela, siéntate con él y permite que exprese lo que ocurre sin juicio. Pídele que explique:
Qué tipo de burlas recibe
Dónde suceden
Quiénes participan
Qué ocurre después
Hazle saber que sus emociones son importantes y comparte experiencias personales similares para que no se sienta solo.
Las burlas no se pueden eliminar, pero sí se pueden manejar
Es normal que como madre o padre quieras evitarle cualquier sufrimiento, pero no puedes controlar lo que otros niños dicen o hacen. Lo que sí puedes hacer es enseñarle a tu hijo estrategias para manejar sus emociones y sentir menos impotencia.
Cuando descubren que existen herramientas efectivas para afrontar las burlas, pierden fuerza y dejan de causar tanto daño.
Si tu hijo usa gafas, un aparato dental o una prótesis, evita el pánico: esto no definirá su vida. De hecho, puede convertirse en una oportunidad de crecimiento emocional.
Diferenciar entre una burla puntual y el acoso escolar
No todas las burlas son iguales. Enséñale a reconocer cuándo se trata de acoso escolar:
Se repite en el tiempo
Existe un desequilibrio de poder
Hay intención de hacer daño
Se incluyen amenazas o agresiones
En estos casos, es imprescindible intervenir con el centro educativo.
Explícale por qué usa gafas o aparato dental
Aclárale que usar gafas o aparato es normal y necesario para su bienestar. Refuerza su autoestima con mensajes positivos:
“Las gafas te quedan genial”
“Pronto tendrás una sonrisa preciosa”
Recuérdale que su identidad no depende de su apariencia: él es mucho más que eso.
No ignores sus emociones
Si le duelen las burlas, acompáñalo. No minimices ni exageres. Enséñale a restarles poder, por ejemplo, observando cómo una mascota ignora comentarios porque no los entiende.
Desviar la atención y no dar excesivo protagonismo a la burla también ayuda a que pierda peso emocional.
Hazle preguntas que fomenten la reflexión:
“¿Cómo te hizo sentir?”
“¿Qué crees que intentaba lograr?”
“Si pasa otra vez, ¿qué te gustaría hacer?”
El poder del diálogo interior
Ayúdalo a desarrollar pensamientos que lo fortalezcan ante una burla:
“Puedo manejar esto.”
“Las palabras no pueden hacerme daño.”
“La opinión de esa persona no define quién soy.”
Reflexionar sobre sus cualidades positivas también contrarresta el impacto emocional.
Responder con humor o con límites firmes
A veces ignorar no es suficiente. Puedes enseñarle respuestas con humor:
“Sí, me encantan mis gafas.”
“Dentro de poco tendré dientes perfectos.”
Si no se siente cómodo con el humor, puede usar límites simples:
“Déjame en paz.”
Y alejarse siempre acompañado.
Estrategias rápidas para usar en el momento
Ignorar estratégicamente: no responder, no mirar, alejarse.
Poner límites: “No me gusta que te rías de mis gafas. Para.”
Visualizar protección: imaginar un escudo o una pared donde las palabras rebotan.
Aceptar el hecho: “Sí, llevo aparato.”
El “¿y?”: breve y asertivo.
Elogio inesperado: “Tú corres muy rápido.”
Buscar ayuda: acudir a un adulto si la situación se torna repetitiva o violenta.
Acompañamiento emocional: tú también puedes normalizarlo
Si tu hijo lleva gafas, podrías usar montura sin graduación para mostrar que no pasa nada. También puedes enseñarle referentes adultos o personajes conocidos que usen gafas, aparatos o prótesis con total naturalidad.
Busca ejemplos inspiradores
Historias de niños o personajes que hayan vivido situaciones similares y las hayan superado pueden servirle como inspiración y reforzar su autoestima.
Señales de alerta a vigilar
Si tu hijo no verbaliza lo que ocurre, observa si presenta:
Irritabilidad o ansiedad
Problemas de sueño
Pérdida de apetito
Evitar ciertas zonas de la escuela
Dolores sin causa aparente
Bajada del rendimiento
Son indicadores de que podría estar viviendo acoso o malestar emocional.
Cómo acompañar desde casa
Escucha sin juzgar
Refuerza su autoestima
Revisa tus propias bromas: evita comentarios sobre su apariencia
Fomenta amistades sanas
Valida siempre sus emociones
Consejos prácticos para tu hijo
No responder con violencia
Caminar acompañado
Practicar respuestas asertivas
Pedir apoyo a un adulto de confianza
Cómo actuar con el colegio
Si las burlas se repiten, habla con el centro educativo. Aporta información concreta y trabaja junto al profesorado para establecer:
Vigilancia en zonas de riesgo
Espacios seguros
Canales de reporte
Seguimiento del ambiente escolar
Evita confrontaciones directas con otras familias sin mediación.
Para niños de 3 y 4 años
Las burlas en esta etapa suelen ser parte del desarrollo social. Enseña respuestas simples:
“Eso no me gusta.”
“Puedo jugar.”
Identificar a qué adulto acudir.
Evita apodos o bromas en casa sobre temas sensibles.
Pautas para profesores
Hablar del impacto de las burlas
Usar cuentos, películas y role-playing
Intervenir de forma temprana
Promover la empatía y el respeto
Comprender por qué algunos niños se burlan
A veces las burlas nacen del deseo de llamar la atención, inseguridades o patrones aprendidos. Entender esto ayuda a tu hijo a no tomarlas como verdades.
Entrenar en casa: visualizaciones y juego de roles
Ensayar escenas y practicar la postura, tono de voz y respuestas facilita que pueda aplicarlas en la vida real.
Revisa tus propias “bromas”
Evita comentarios que puedan herirlo. Si te equivocas, pide perdón: será un ejemplo de respeto y reparación.
Cuándo acudir a un profesional
Si notas ansiedad, tristeza persistente o que la situación no mejora, busca ayuda psicológica. Un apoyo temprano puede marcar una gran diferencia.
La importancia de buscar a un adulto
Enséñale a identificar adultos seguros dentro del centro y a pedir ayuda sin vergüenza. No es chivarse, es protegerse.
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