Historia

Así es la fortaleza gallega donde una noble fue encerrada por reclamar justicia

Dominando una villa medieval, esta antigua construcción conserva siglos de historia e de intrigas en una de las zonas más bonitas de Ourense

Exterior del castillo.
Exterior del castillo. Turismo de Galicia

En lo alto de una colina, con la mirada fija en el cauce tranquilo de dos ríos, sobreviven los vestigios de un muro que conoció el poder, el miedo y la traición. Las piedras, gastadas por la lluvia, el silencio y la humedad, todavía susurran el eco de pasos que se pierden y de voces que ya nunca encontrarán justicia.

Dicen que allí, una mujer, de sangre noble y carácter firme, fue encerrada por atraverse a decir la verdad. En aquellas estancias, hoy abiertas, se tejió una historia amarga de un matrimonio fingido, de codicia disfrazada de amor y de la voluntad de una reina frustrada por la ley de los hombres.

Esta es la historia del castillo que domina Ribadavia, en el corazón de Galicia, y de los fantasmas que aún caminan entre sus piedras rotas.

Entre ríos y viñedos

El castillo de Ribadavia se alza sobre un promontorio desde el que domina la confluencia del río Avia con el Miño. Sus orígenes se remontan a un asentamiento prerromano, ocupado sucesivamente por romanos y visigodos.

En 1164, el rey Fernando II concedió a Ribadavia el fuero de villa, y en 1375 Enrique II de Castilla otorgó el señorío a la familia Sarmiento. A partir de entonces, la fortaleza se convirtió en símbolo del poder feudal y residencia de sus linajes hasta el siglo XVII, cuando fue abandonada por sus propietarios, que se trasladaron a un palacio urbano dentro de la villa.

Interior del castillo.
Interior del castillo. Wikipedia

Construido sobre roca, el castillo presentaba planta poligonal, murallas almenadas y una torre del homenaje. De su estructura defensiva todavía se conservan un torreón rectangular, varios cubos y tres de sus puertas originales: la Puerta de la Cerca, la Puerta Nueva y la Puerta Falsa.

En la entrada principal se aprecian los escudos de los Fajardo y de los Sarmiento, testimonio heráldico de los antiguos señores. Excavaciones recientes han sacado a la luz un pozo medieval, un aljibe y una escalinata de piedra. Incluso se descubrieron tumbas prerrománicas en el subsuelo del patio, ligadas a la antigua necrópolis de San Xés.

Hoy, aunque buena parte del castillo se encuentra en ruinas, su patio ha sido habilitado como auditorio al aire libre y acoge cada verano representaciones de la Mostra Internacional de Teatro, así como la Festa da Istoria, que revive el esplendor medieval de Ribadavia con ropajes, moneda propia y mercado judío.

Una historia de amor, poder y encierro

Entre los muros de esta fortaleza tuvo lugar uno de los episodios más sombríos de la nobleza gallega del siglo XV. Bernardino Pérez Sarmiento, primer Conde de Ribadavia, se casó en 1473 con María Pimentel de Castro. Pero pocos años después, alegó estar previamente comprometido con Teresa de Zúñiga, hermana del duque de Béjar.

María no se resignó: acudió ante los Reyes Católicos para denunciar el engaño y los malos tratos, afirmando que fue forzada a firmar la anulación del matrimonio mientras permanecía confinada en una fortaleza, según la tradición, en la torre del castillo de Ribadavia.

Los tribunales eclesiásticos le dieron la razón: el matrimonio fue declarado nulo por coacción. Pero el proceso no fue gratuito. La historia, y la leyenda, cuenta que Bernardino quiso deshacerse de su esposa para quedarse con las fértiles tierras del Ribeiro que ella poseía por derecho. María, finalmente liberada, se casaría años más tarde con Bernal Vaca, caballero de cierto renombre.

Patrimonio vivo en el Ribeiro

Hoy el castillo de Ribadavia sigue siendo mucho más que una ruina: es un símbolo de la comarca y un fiel testigo del pasado feudal de Galicia.

Forma parte del catálogo de Bienes de Interés Cultural, y aunque su restauración es parcial, continúa integrando la ruta monumental de Ribadavia junto a la iglesia de Santo Domingo, el antiguo barrio judío y los pazos urbanos.

Su silueta, recortada contra el cielo, recuerda que bajo cada piedra hay una historia, y que algunas voces, como la de doña María, aunque silenciadas en su tiempo, aún se pueden escuchar si se presta algo de atención.