Historia

La diminuta isla de Galicia que fue hogar de templarios, sanatorio de leprosos y cárcel franquista

Con apenas 250 metros de longitud y 90 de ancho, este pedacito de tierra en mitad de la ría de Vigo esconde tanta luz como oscuridad

La diminuta isla de Galicia que fue hogar de templarios, sanatorio de leprosos y cárcel franquista
La diminuta isla de Galicia que fue hogar de templarios, sanatorio de leprosos y cárcel franquistaTurismo Rías Baixas

La niebla de la ría de Vigo envuelve la pequeña isla de San Simón al amanecer. Sus viejos muros susurran historias antiguas: monjes guerreros rezando en capillas derruidas, enfermos febriles mirando el horizonte desde pabellones aislados, y presos famélicos contando los días detrás de rejas oxidadas por el tiempo y el salitre.

Pocas tierras tan diminutas cargan con tanta belleza y tanto horror. San Simón, con apenas 250 metros de longitud por 90 de ancho, parece flotar en el silencio del agua, custodiando un pasado que se resiste a desaparecer.

La isla, unida por un puente a su islote hermano de San Antón, ha sido refugio sagrado, hospital del olvido y prisión infernal, todo en uno. En su exigua superficie se acumulan secretos de batallas navales, cantos de trovadores del medievo y llantos apagados de quienes debían cumplir condena sin sentido. Conocer San Simón es recorrer las cicatrices de Galicia en un solo peñón atlántico.

Refugio monástico

La historia de San Simón arranca en la Edad Media. En el siglo XII la Orden del Temple estableció un monasterio en la isla aprovechando su aislamiento. Más tarde llegaron monjes franciscanos. La fe no fue lo único que dejó huella: el trovador gallego Mendinho, en el siglo XIII, dedicó una célebre cantiga a una doncella que espera a su amado en la ermita de San Simón rodeada por las olas.

San Simón.
San Simón. Turismo de Galicia

Esa paz monástica se vio interrumpida por la guerra y la piratería. A finales del siglo XVI corsarios ingleses liderados por Francis Drake saquearon la isla. En 1702, sus aguas presenciaron la batalla de Rande: galeones hispano-franceses cargados de oro americano se hundieron tras ser atacados por una escuadra anglo-holandesa. Tras tantos embates, San Simón quedó despoblada durante largo tiempo, aguardando un nuevo destino.

Lazareto de Galicia

La siguiente vida de San Simón fue más pacífica, aunque no mucho menos triste. En 1838 la isla resurgió convertida en lazareto marítimo, un hospital de cuarentena para contener las epidemias que acechaban la región.

Durante el siglo XIX y comienzos del XX, sus instalaciones aislaron a enfermos de lepra, cólera y otras infecciones, en barcos en cuarentena antes de entrar a puerto. San Simón acogía a los convalecientes, mientras que la vecina San Antón se destinaba a los casos sin cura, funcionando prácticamente como colonia de leprosos.

Este aislamiento forzoso evitó la propagación de brotes mortales en tierra firme, hasta que los avances médicos hicieron innecesario el lazareto y fue clausurado a finales de los años 1920.

La cárcel del horror

La etapa más oscura de San Simón, sin embargo, aún estaba por llegar, y lo hizo durante la Guerra Civil. Desde 1936, tras el alzamiento militar contra la República, el régimen franquista habilitó la isla como campo de concentración para prisioneros políticos. Las barracas del antiguo lazareto se transformaron en celdas donde fueron hacinados miles de republicanos (unos 6.000 en total hasta 1943).

Oficialmente se la llamó “Colonia Penitenciaria San Simón”, pero en realidad fue uno de los presidios más temidos del franquismo. En los primeros meses, las ejecuciones sumarias fueron casi diarias: los guardias sacaban a presos de sus pabellones para fusilarlos junto al mar.

San Simón.
San Simón. Wikipedia

Con el tiempo, llegaron a hacinarse más de 2.000 reclusos a la vez, y las condiciones infrahumanas —hambre, frío, hacinamiento y enfermedad— provocaron una elevada mortandad atroz entre los cautivos más débiles. No extraña que llegase a propagarse el siniestro rumor de que nadie salía vivo de San Simón. Finalmente, en marzo de 1943, el campo fue clausurado.

Del abandono a la memoria

Tras cerrarse la prisión, San Simón quedó desierta durante años. En la posguerra sirvió brevemente como colonia de veraneo para la Guardia de Franco, y entre 1955 y 1963 albergó un orfanato para hijos de marineros (Hogar Méndez Núñez). Después, la isla cayó en un abandono casi total: la maleza cubrió los viejos pabellones y solo las gaviotas rompían el silencio.

El renacimiento de San Simón llegó con la democracia y el afán de recordar. En 1999 el archipiélago fue declarado Bien de Interés Cultural y comenzó su rehabilitación. Se restauraron jardines y edificios, devolviendo a la isla su belleza natural sin ocultar las heridas del pasado.

Hoy San Simón es conocida también como la “Illa do Pensamento” (Isla del Pensamiento), un espacio protegido dedicado a la memoria y la cultura. No en vano, la isla acoge actividades artísticas, educativas y un festival de música íntimo (el Sinsal) que cada verano trae melodías a este paraje cargado de historia. Lejos de aquellos años de espanto, San Simón se ha transformado en símbolo de esperanza: un lugar en el que Galicia, lejos de olvidar sus heridas, las convierte en arte y paz.