Crimen

“No soy capaz de entender mi comportamiento”: el asesino confeso de Elisa Abruñedo toma la palabra

Alega que su crimen fue un acto puntual que no representa su vida mientras la Fiscalía mantiene la petición de 32 años de cárcel por asesinato y agresión sexual

Once años después del brutal asesinato de Elisa Abruñedo, la voz de su asesino confeso ha resonado hoy en la sala de vistas de la Audiencia Provincial de A Coruña. Roger Serafín Rodríguez, de 51 años, ha tomado ela palabra por primera vez durante el juicio que se celebra contra él por violar y matar a la víctima en septiembre de 2013 en el municipio coruñés de Cabanas.

Lo ha hecho en un tono quebrado, cabizbajo, compungido, y sin aportar ningún motivo que pueda explicar su conducta: “No hay forma de justificar esto, ni yo mismo puedo. No lo entiendo. No es mi vida ni la de los 39 años anteriores. Ese momento puntual de mi vida no tiene que ver conmigo”.

Sus palabras han marcado el cierre de un crimen que ha permanecido impune durante una década, hasta que el ADN recogido en la escena permitió su identificación. Rodríguez fue detenido en octubre de 2023 mientras trabajaba en el astillero de Navantia.

Polémica sobre las penas

En esta última sesión, la defensa ha reiterado que los hechos, aunque “completamente atroces”, deben ser juzgados como homicidio con agresión sexual, y no como asesinato. Según su versión, no existió premeditación, ni alevosía, ni agravantes como el ensañamiento o el móvil de género.

“La víctima se resistió, pidió socorro. No hubo una actuación a traición”, ha insistido el letrado del acusado, alegando que su cliente estaba “como si lo hubiera olvidado” al día siguiente del crimen y rechazando que padezca ningún trastorno psiquiátrico o de memoria selectiva.

La Fiscalía, por el contrario, sostiene que sí hubo asesinato con agresión sexual. Considera que la superioridad física del acusado, el hecho de arrastrar a la víctima a una zona oculta y la brutalidad del ataque -tres puñaladas en cuello, corazón y pulmones, además de la violación- evidencian una intención de matar sin dar opción de defensa. Pide 32 años de prisión.

Las acusaciones particulares, que representan a los hijos de Elisa Abruñedo, van más allá y elevan la petición a 37 años, incluyendo agravantes como abuso de superioridad.

Uno de los abogados de la acusación fue especialmente gráfico al describir los hechos: “Peor tratamiento que el que cualquier cazador da a un animal”, dijo en alusión tanto a la forma en que murió la víctima como a la condición de cazador del acusado.

La familia exige perdón

En la sala, la familia de la víctima no pudo contenerse. Cuando el acusado terminó su intervención, insistiendo en que sus palabras no servían de nada, le exigieron que pidiese perdón. Rodríguez no lo hizo. Se limitó a reiterar que no era “capaz” de entender su comportamiento aquel día.

Durante el juicio se ha recordado que el crimen tuvo lugar cerca de la casa de Elisa Abruñedo, cuando esta paseaba sola. El acusado la interceptó, la arrastró entre los matorrales, la agredió sexualmente y la apuñaló.

En aquel entonces dejó el lugar sin levantar sospechas. A pesar de que dejó ADN, no pudo ser identificado en su momento porque no tenía antecedentes penales. Una década después, una compleja investigación genética permitió relacionarlo con el crimen.

El jurado deliberará a partir del miércoles

Concluidas las intervenciones finales, el jurado popular se retirará a deliberar el próximo miércoles, tras la festividad local de San Juan del martes en A Coruña, y recibirá el objeto del veredicto.

El caso quedará entonces en sus manos: decidir si lo ocurrido fue un homicidio o un asesinato, si hubo agravantes o no, y qué castigo corresponde a uno de los crímenes más inhumanos que han sacudido Galicia en estos años.