Gastronomía
Cuatro nos sirve la vida de Pepe Solla y Francis Paniego
El cocinero gallego es el protagonista del episodio de “De la vida al plato” que se emite mañana en Cuatro mientras que la historia de Paniego la conoceremos el domingo. Estaremos pegados a la tele
Hay quienes tienen una imagen frívola de los cocineros, que durante la revolución gastronómica pre pandémica que vivimos se habían convertido en estrellas. Que pasaban más tiempo fuera de su cocina haciendo bolos, que dentro. Quizá, también los hay convencidos de que a más de uno se le deberían bajar los humos y dejarse el ego encima de la mesilla de noche. Con el objetivo de poner las cosas en su sitio, el periodista gastronómico Alberto Fernández Bombín ha querido ir más allá. Es decir, ahondar en la historia de algunos de los mejores cocineros de nuestro país, que ha narrado en el libro “De la vida al plato” (Knowmads) y ha llevado a la pantalla en una serie documental, conducida por Juan Echanove y producida por Unicorn Content. Estrenada en Amazon, ahora es posible devorar los capítulos en Cuatro: “Tengo mucho respeto a la gastronomía y, sin ofender a nadie, quería hacer un formato diferente al del reality, siempre con un componente sensacionalista. En ellos, la gastronomía es lo de menos, porque lo que mandan son los conflictos entre los participantes”, dice el propietario del restaurante familiar Asturianos, fundado a finales de los años 60 por sus padres y en el que su madre, Julia, sigue al frente de los fogones. Por eso, Alberto sabe de lo que habla. Pasó una feliz infancia en la cocina: “Aún hay quienes piensan que los cocineros son personas frívolas y privilegiadas. Personas con mucho dinero. Y yo, que he crecido en una familia que se ha dedicado toda la vida a la hostelería sé que el éxito de un restaurante como el Celler de Can Roca está basado en el talento y en un esfuerzo sostenido durante muchos años”, añade, al tiempo que insiste en que el objetivo es transmitir que nos referimos a un oficio duro y respetable, que años ha no estaba bien visto: “Para triunfar, terminan sacrificando su vida, porque le dedican muchas horas. Cuando la gente está descansando y pasándolo bien, tú estás trabajando”, deja claro.
Reúne a ocho cocineros al frente de templos del buen comer y del producto, muchos de ellos familiares como el suyo, que han pasado de generación en generación. Son El Corral de la Morería (Madrid), Echaurren (La Rioja), Noor (Córdoba), Ricard Camarena (Valencia), Lera (Zamora), Etxebarri (Vizcaya) y El Celler de Can Roca: “Son ellos los elegidos, porque debía existir una dispersión geográfica, en ella radica la riqueza de nuestra gastronomía, continúa feliz de que le hayan permitido entrar en sus cocinas: “No para verles entre fogones, sino para que nos cuenten por qué se dedican al oficio. Para que nos narren cómo ha sido su vida, su trayectoria y qué decisiones han tenido que tomar para llegar donde están”.
Dicho esto, mañana sábado el espectador podrá colarse en Casa Solla (Pontevedra), ahora regentado por Pepe Solla hijo, ha convertido el restaurante en uno de los imprescindibles al impulsar la nueva cocina gallega. Sin embargo, Alberto narra los avatares de sus padres, Pepe y Amelia, quienes convierten un merendero en Poio en una casa de comidas popular. Y sí, al ver el capítulo conoceremos algunas vivencias, como su empeño en aprender a tocar la guitarra, afición que le ha llevado a tocar con Iván Ferreiro, Coque Malla o Love of Lesbians, el domingo conoceremos el momento en que Francis Paniego se hace cargo junto a su madre, Marisa, de la cocina de Echaurren tras el fallecimiento de su hermano Luis Ángel: “Ambos son personas que desprenden felicidad, optimismo y autenticidad. Me llenó de emoción descubrir cómo afrontan la vida y las lecciones que les han hecho mejores personas y más felices. Son un ejemplo vital”, reconoce Alberto, a quien pedimos que nos cuente alguna anécdota del rodaje: “Bittor Arginzoniz da la imagen de ser una persona cerrada, pero en el documental acaba llorando, porque se abre a corazón abierto y, al final, conoces a un ser humano con una sensibilidad increíble, noble y maravilloso”. En definitiva, el espectador se empapa de las entrañas de cada restaurante mientras los cocineros se desmigan. Tanto es así que, sin saberlo, hemos sabido el grado de perfección que busca Paco Morales en Noor, donde en cada plato hay “una ergonomía. Cada uno tiene que comerse en tres cucharadas y en cada una de ellas han de estar todos los sabores. Por eso, están dispuestos de una forma específica. Son factores de la alta cocina que, normalmente, se desconocen”.
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