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Tamaramanía: “La Virgen María es mi modelo de mujer. Le he rezado para ganar ‘‘Masterchef’’”
Hace balance de su paso por el concurso culinario y pone en valor la necesidad de llevar una alimentación equilibrada: “Me he pasado la vida haciendo dietas de esas de polvitos pero al final tu cuerpo te pide a gritos que le des cosas normales”.
Risueña, con esa sonrisa que ha conquistado a media España y pidiendo un café con soja light. Así empieza nuestra entrevista. Tamara Falcó destila la elegancia heredada de su madre hasta para hablar de presas desolladas y de ese olor a sardinas que su madre siempre evita. «MasterChef» no solo ha supuesto un cambio en su vida, sino que también le ha dado un «no sé qué» con el que es capaz de ponerse el mundo por montera. Nunca comería insectos y tiene claro que le pedirá a los Reyes Magos una envasadora para cocinarles el menú ganador a Isabel Preysler y a Mario Vargas Llosa. La «Tamaramanía» ha aterrizado en España y ha llegado para quedarse.
–¿Qué le ha aportado su paso por «MasterChef»?
–A nivel personal grandes amigos. Juan Avellaneda es estupendo y tiene un corazón inmenso, me ha hecho muy ameno el programa. Cuando le eliminaron me dijo que iba a ganar y estuvo animándome como «Ratatouille». Trabajar con Boris (ya éramos amigos) o con Vicky también ha sido maravilloso. Cuando llegaba muerta de miedo, ella me decía: «Tú no te vas y yo tampoco». Yolanda Ramos, los Chunguitos, el Sevilla... Son tan distintos a mí pero tienen un fondo tan bueno. Por supuesto, me quedo con la oportunidad de conocer el mundo de la hostelería, lo intenso que es. Admiro mucho a Samantha, que después de 12 horas de grabación se va para estar con sus niños y dirigir su catering. También a Pepe y Jordi, con sus estrellas Michelin.
–Conocíamos a la Tamara famosa, pero la hemos descubierto por fin a nivel personal.
–La verdad es que todo lo que ha pasado me ha hecho recordar una frase que me repetía mucho mi padre: «Cuando la vida te da tanto, tienes que dar mucho más». Aunque siempre he disfrutado bastante de todo lo que hago, no siempre me han salido las cosas bien. En «Masterchef» se han podido ver otros lados de mí, ese 360 de Tamara que la gente no conocía.
–¿Cómo ve España una vez acabado el concurso?
–He prestado más atención al mundo culinario y me he dado cuenta de lo impresionante e interesante que es España. Es uno de los países más visitados del mundo, tiene el turismo como una de las principales fuentes de ingresos y la cocina española siempre está a la vanguardia… Ferran Adrià revolucionó este mundo y detrás de él han venido cocineros maravillosos siguiendo su estela. Somos el país con más estrellas Michelin, es algo de lo que debemos presumir. Además, nos gusta celebrar siempre comiendo. Programas como «MasterChef» ponen todo este mundo en valor.
–¿Va a encargarse del menú de Navidad?
–Lo he hecho otros años. Me gusta estar pendiente, pero el suegro de mi hermana hace un pavo maravilloso. Este año quiero meterme en la cocina para hacerlo juntos. Pasaremos la Navidad en familia, espero que pueda venir mi hermana Chabi con los niños.
–¿Qué le quita el apetito?
–Curiosamente, cocinar. Los olores, manipular los alimentos... Cuando toca comerlos ya no llego con la misma ansiedad. De hecho, mira cómo empecé el concurso y cómo lo he acabado, con unos cuantos kilos menos.
–¿La ansiedad le despierta el apetito?
–Definitivamente, sí. Me gusta comer y con ansiedad la comida se convierte en un placebo. Por eso tengo que cuidarme y me lo estoy tomando muy en serio. Desde hace tres años vamos en verano a la clínica Buchinger, a Mario le encanta, y un día a la semana hago desayuno intermitente. Y me funciona. Me he pasado la vida haciendo dietas de esas de polvitos, pero al final tu cuerpo te pide a gritos que le des cosas normales, sanas. Tengo que agradecerle a mi nutricionista, Christina Barrantes, que me haya enseñado a comer. Porque si no te resulta satisfactorio al final viene el efecto yoyó.
–¿Qué alimentos no faltan en su despensa?
–Las verduras y la fruta, en especial el mango. Aunque deberíamos comer kilómetro cero, la verdad es que el mango me encanta y es perfecto para mantener bajo control la ansiedad por el dulce. También me gusta el caqui. Acabo de ver también una receta de Carme Ruscalleda con madroños y yogur que tengo que hacer. Hace un tiempo no habría sabido qué hacer con ellos y ahora voy a poder utilizar los que tenemos en el jardín.
–¿Haría sardinas en casa?
–A mi madre le encantan, sobre todo los boquerones. Otra cosa es el olor, a ella le horroriza, aunque tiene sus sistemas para evitarlo. Yo estoy curada de espanto después del concurso. Imagina que antes no quería ni tocar un pescado, pedía guantes, pero un día me hicieron probar el hígado y desde ese momento se me fue todo el asco de golpe.
–Pues desollando conejos usted es única…
–Es que en mi casa siempre ha habido mucha caza. Aunque no lo había hecho nunca estaba acostumbrada a verlo porque cuando era pequeña me metía en la casa de mi padre en el campo a quitar plumas a las aves y a separar las lentejas buenas de las malas. También te digo que no es tan complicado como parece…
–¿En casa quién es el que cuida más la alimentación?
–Mi madre, sin duda. Hay gente que la ve tan delgada que piensa que no come, pero es que lo suyo y lo de mi hermana es genético. Su metabolismo les permite comer y no engordar. Pero yo he salido más Falcó, me tengo que cuidar. A partir de las cinco de la tarde mantengo los carbohidratos bajo control.
–¿Qué ingrediente no soporta?
–Hay una cosa que no tengo ningún interés en probar: los insectos. Los vi en el supermercado y pensé que era pasta. Me quedé alucinada. Recuerdo una vez en México que mi madre me insistió para que probase chapulines y pensé: «Lo siento, voy a cometer una falta de educación, pero no puedo».
–¿Qué le provoca una mala digestión?
–Las injusticias.
–El desayuno perfecto de Tamara consta de...
–Voy variando porque me aburro enseguida. Unos días tomo queso batido y tomate, otros yogur con chía, huevo con tostadas y aguacate, salmón… Antes era de mantequilla y mermelada, pero he cambiado esos hábitos. Eso sí, el café no lo perdono porque soy de tensión baja.
–La tortilla de patata, ¿con o sin cebolla?
–Con cebolla, por supuesto. Y si es caramelizada, mejor.
–Se ha desatado la «Tamaramanía». ¿Es consciente?
–La verdad es que no lo tengo tan claro, pero es verdad que ahora siento más empatía por parte de la gente.
–¿Dónde quedó lo de chica «pija» y «superficial»?
–Nunca me ha afectado mucho lo que dijeran de mí, me importa lo que dicen y sienten los de mi alrededor. Ya sabes que unas veces estás arriba y otras abajo. En esos momentos lo importante es tener cerca a los que te quieren.
–¿Sigue siendo practicante o fue una moda?
–Para nada. Sigo siendo muy creyente y durante el programa me encomendaba a la Virgen. De hecho, he rezado sin parar para ganar. Soy mariana y le pido sobre todo a la Virgen María, que es mi modelo de mujer. Desde que me di cuenta de lo que me quería nunca he vuelto a sentirme sola.
–Y si se pierde, ¿dónde la encontraremos?
–En una iglesia.
–¿Cuál es su rutina de belleza?
–Me limpio la piel todos los días y nunca falta mi leche, mi tónico y mi crema. El secreto para tener estas pestañas es el rizador que siempre llevo en el neceser, además de un gel que hace magia.
–Hablando de moda. Como diseñadora, ¿qué prenda no se pondría nunca?
–Intento no ponerme escotes muy pronunciados. Quizá sí en una cena, pero nunca a las diez de la mañana.
–Ha dicho que le gustaría ser madre. ¿Congelaría sus óvulos?
–Mi hermana estaba empeñada en que lo haga. También mi ginecólogo, pero me asesoré y me quedó muy claro que no quería pasar por todo el proceso hormonal si finalmente no los iba a utilizar. Es cierto que hay sacerdotes que lo permiten, pero como tengo mucha fe creo que si tengo que tener hijos finalmente los tendré. Al igual que eso, si tiene que aparecer el hombre de mi vida lo hará. Después, ya se verá.
–Otro tema de actualidad es la lucha contra el cambio climático. ¿Qué le parece la labor que está haciendo Greta Thunberg?
–Es maravillosa. Tiene mucha fuerza y es una gozada ver cómo a las generaciones jóvenes nos están haciendo reaccionar.
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