
Opinión
El diario de Amilibia: Las carcajadas de Marisú
"El español penaliza poco el choriceo en las urnas, y eso justifica la risa de Marisú, pero el sanchismo se imagina el tamaño de la chistorra que fríe la UCO (¿la del Apolo?) y ríe por no llorar"

La paz en Gaza, dure o no, cogió al Apolo de la Moncloa y a sus asesores con el trasero al aire: discutían en el Congreso sobre el boicot de armas a Israel cuando ya estaba presto el documento de paz, lo que demuestra que el Gobierno no estaba enterado de nada: el trasero de su ignorancia lo vio todo el mundo. Es como discutir si enviar o no chistorra cuando hasta José Andrés ya ha distribuido los bocatas. Como discutir sobre el sexo de los ángeles cuando ya todo el mundo sabe que son queer. La tontuna al descubierto. Es como el caso del chico que ha hecho el ridículo en «La ruleta de la suerte» y cuando llega a casa su padre le dice: «Antes solo sabíamos que eras tonto la familia; ahora lo sabe toda España».
Pero el sanchismo ha encontrado inmediatamente el antídoto a sus males: troncharse de risa. Cada vez que el PP habla en el Congreso de chistorras o lechugas, la bancada roja se monda, como si la corrupción fuera el número más divertido de los payasos del circo nacional. La risa más estruendosa la exhibe sin pudor la vicetriple Marisú. No es solo que sus carcajadas sean propias de una verdulera, como ha insinuado la derechona; es que un día de estos se le romperá la caja de verdad o se le desencajará la mandíbula: sus risotadas son típicas del peloteo descarado a las gracias del jefe. El español penaliza poco el choriceo en las urnas, y eso justifica la risa de Marisú, pero el sanchismo se imagina el tamaño de la chistorra que fríe la UCO (¿la del Apolo?) y ríe por no llorar. Mientras Hamás aceptaba la paz, Yoli la negaba. Mujer, entre amigos se habla.
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