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La crónica de Mariñas: “La Campos y sus hijas no harán cine”

Fue incesante runrún de estos calurosos y asfixiantes días. ¿Imaginan? La televisivamente añorada María Teresa al alimón con las niñas de sus ojos.

Fue incesante runrún de estos calurosos y asfixiantes días, vaya veranito estamos pasando. Tenemos, más bien padecemos, temperaturas infrecuentes y el cuerpo no da más de sí. Suerte que nos despejan anuncios como el posible debú cinematográfico de María Teresa Campos formando insólito trío con sus hijas Carmen Borrego y Terelu. Supondría el colmo de lo atrayente, ¿imaginan? La televisivamente –más con lo que se ve en las tardes– añorada María Teresa al alimón con las niñas de sus ojos. El comentado anuncio no pasa de simple rumor y me lo desmiente la propia Teresa que este verano aún no se ha movido de Madrid remojándose en la piscina de su hija, muy cerca de su casa de Las Rozas cuya venta ha pospuesto».

–«Porque la de nuestra pileta se puso muy verde y aún no la han rellenado», me explica como justificando su permanencia entre nosotros en vez de estar en su querida y añorada Málaga como otros veranos. Siempre se convertía en incesante noticia muy reseñable porque no se perdía ningún evento. No le gusta estar mano sobre mano. Sin duda la echarán de menos en una temporada que, como sucede con Ibiza y Palma, tampoco anda sobrada de famoseo y exprimiendo la muy recortada vacación de los Reyes, nada que ver con otros años, y me dijo que allí se establecía Don Juan Carlos con la Corte detrás. Ni tanto ni tan poco, entra en el sueldo. A Letizia no le gusta el calor húmedo, será por eso.

Qué tiempos aquellos, no dejo de recordar los agostos marbelleros donde Carmen Ordóñez era reinona de los saraos compitiendo en impacto con Pitita Ridruejo o Gunilla Von Bismark, época del vapuleado Jesus Gil y Gil que, pese a las criticas , alargó el Paseo Marítimo hasta Fuengirola, nada menos que catorce kilómetros de litoral.

Nunca le reconocieron tal mérito que prácticamente fundió los importantes y hoy engrandecidos municipios costeros. Aquello es muy distinto y apenas se reconoce en Marbella el pueblecito pesquero que fue, ni falta que hacía, aunque los nostálgicos suspiren sin admitir lo bien hecho más pensando en el turismo que en el ciudadano de a pie. Gil y Gil fue un alcalde visionario y nunca lo entendieron. Por eso hizo cuanto le vino en gana colocando la zona como competidora de Capri, Costa Esmeralda y la francesa Saint Tropez a la que su vecina Brigitte Bardot bajo camiseta lanzó mundo adelante paseando su melena al viento en una «Vespa», tras convertirse en icono del glamour y la sexualidad francesas. ¡Qué tiempos aquellos!

No, la nostalgia no es un error y bien lo demuestra la siempre esquiva Marta Gaia eternizada en el sentimental recuerdo parece que de nunca acabar. Quizá ella sepa en qué país está ahora Don Juan Carlos.