Infidelidades, embarazos y una boda rota: lo que contará Rocío Carrasco en la segunda entrega

Tras la tormenta mediática originada por los capítulos 0 y 1 del documental “Rocío. Contar la verdad para seguir viva”, hoy por la noche Telecinco emite el 2 y el 3, que llevan por título “Se nos rompió el amor” y “Ese hombre” y abarcan temas relacionados con la boda de Rocío Carrasco y Antonio David Flores, presuntas agresiones e infidelidades y los dos embarazos de la protagonista. Los que los han visto aseguran que “van a causar mucha más indignación social”.

En un pequeño adelanto emitido en “Sálvame”, surgen testimonios e imágenes de la boda celebrada en la “Yerbabuena”, la finca de José Ortega Cano, segundo marido de la madre de la novia, Rocío Jurado, un enlace multitudinario y plagado de invitados famosos, en el que Ortega se acabaría convirtiendo en inesperado protagonista con su “estamos tan agustito”, empapado en algunas copas de más.

Aunque aquel día tan señalado, el novio se deshacía en elogios a la imagen de su futura mujer, tras la ruptura, contó con una cierta ironía que su aspecto parecía un adelanto del carnaval, refiriéndose al amplio postizo de pelo natural, al vestido “rococó” de la novia y a las lentillas azules que se puso.

También saldrá a colación la traición de un familiar, presuntamente Amador Mohedano, que desveló a una agencia de Prensa los detalles del viaje nupcial de los contrayentes, “soplo”, dicen, que le reportó un buen beneficio económico.

Rociito se casaba el 31 de marzo de 1996 embarazada de dos meses, y su primera hija, Ro, nacería siete meses después.

Parecía primar la felicidad en una unión que, desgraciadamente, comenzó a hacer aguas por los rumores de una infidelidad del marido.

El entonces guardia civil se vio implicado, en junio del 97, en un turbio asunto relacionado con la apropiación indebida del dinero de una multa. Se desvincula de la Benemérita y, un año después, deja Argentona para irse a vivir con su esposa y su hija a Madrid.

Más tarde, la hija de “la más grande” habla de “maltrato psicológico mientras estaba embarazada de mi hijo David. Fue una etapa marcada por el horror. Su padre me decía: “estás loca, las hormonas y el embarazo te están afectando a la cabeza. Los celos te están volviendo loca y vas a malparir a mi hijo…” Cuando nació David tuve miedo, pensaba que iba a morir..”

Miedos, ataques de ansiedad, enfrentamientos con Antonio… agravados con una inesperada enfermedad que afectaba al bebé.

Pero, según contó entonces a una revista, “el niño consiguió superar los problemas, y es muy inteligente, con una gran memoria. Es muy bueno y cariñoso, te abraza y te besa constantemente…” No podía ni imaginarse que, con el paso del tiempo, su hijo acabaría abandonándola para irse a vivir con su padre.

David vino al mundo con un retraso genético, que algunas publicaciones, como ABC y 20 minutos, atribuyeron al Síndrome de Angelman, que causa un retraso en el desarrollo, problemas en el habla y el equilibrio, y discapacidad intelectual.

La relación de la pareja ya vivía el principio del fin, las discusiones y los reproches eran continuos y meses después del parto tomaron caminos separados. Estamos en agosto del 98 y el fantasma de la infidelidad ronda en torno a Antonio David y llega a los oídos de su esposa durante su segundo embarazo.

Precisamente, el segundo capítulo se inicia en julio de ese año, y su protagonista desvelará un trágico episodio que puso costarle dramáticas consecuencias: entre llantos se refiere a una agresión de su marido, mientras se encontraban en Chipiona. En el adelanto emitido en Telecinco se narra un fuerte enfrentamiento del matrimonio, en el que, presuntamente, Antonio agredió a Rocío e intentó arrojarla por una ventana, algo que él negó tajantemente en una entrevista.

En julio de 1999, la hoy mujer de Fidel Albiac, decide separarse del padre de sus hijos.

Rocío Jurado conocía, al igual que el resto de la familia, los problemas conyugales de su hija, pero, unos y otros, intentaron ocultarlos a la opinión pública para evitar un escándalo que, a la postre, saldría a la luz con toda contundencia.

Si los dos primeros capítulos levantaron una oleada de reacciones sin precedentes, los siguientes presagian descubrimientos tan dramáticos como los anteriores.

Mientras Rocío se desahoga en el plató entre llantos y ataques de ansiedad,Antonio ha puesto todo en manos de su abogado, y la hija de ambos, Rocío Flores, da la callada por respuesta ante las preguntas de los periodistas.La procesión va por dentro, el dolor es inmenso, y, como adelantamos en exclusiva este fin de semana, intenta contactar con su madre para un cara a cara que tendría que haberse producido hace años.

Aun sí, ya no hay quien pare la maquinaria de una “venganza” sin precedentes en los anales televisivos.