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Entrevista

Pablo Rivero: “En el amor prefiero amuermarme y estar tranquilo”

Presenta novela, «Las niñas que soñaban con ser vistas». Muy a lo «Seven» que es lo que ve en familia.

Pablo Rivero
Pablo Riverowikimedia

Rubito, ojos azules, cara aniñada… Parece que no ha roto nunca un plato. Pues bien, a su lado Patricia Highsmith parece Gloria Fuertes. Es capaz de pergeñar el peor de los crímenes sin despeinarse. O mejor dicho, caracterizarse. Porque en «Cuéntame» le hemos visto crecer a tiempo real aunque el proceso haya sido como el de Benjamin Button. En los 2000, él estaba en los 60. Ahora la serie llega a los 90, la década de sus «thrillers», como en su última novela, «Las niñas que soñaban con ser vistas». Muy a lo «Seven», que, por cierto, es lo que ve en familia. Nada de «Sonrisas y lágrimas». Esa ñoñez sí que da miedo.

–¿Le duele la cara de ser tan guapo?

–Esta pregunta la ha mandado mi madre, ¿verdad?

–Cuénteme su secreto y por favor, evite «beber mucha agua» o «dormir 8 horas».

–Pues es cierto que no bebo y no fumo… Algo hará… Duermo poco porque escribo de noche y suelo madrugar, así que eso no es.

–¿Tiene usted una mente para el «thriller» y un cuerpo para el pecado?

–Cuando leas «Las niñas que soñaban con ser vistas» verás cómo ni te acuerdas del cuerpo que, por cierto, ya no es lo que era.

–¿Dónde acaba el actor y empieza el escritor?

–Creo que hay una fusión que hace que mis libros sean interesantes. Mi trayectoria como actor me permite elaborar personajes complejos y contradictorios, llenos de matices y nada convencionales, sobre todo en el género de novela negra en el que está todo tan trillado y resulta repetitivo.

–Los 90 y la adolescencia… ¿acaso tiene espíritu de Peter Pan y no lo sabemos?

–En la parte creativa, sí. Y en el humor, en dejar salir con libertad mi parte gansa… Luego soy excesivamente responsable y serio en el resto de campos de la vida.

–¿Con la imagen de quién forraba usted sus carpetas del instituto?

–Con fotos de las actrices de «Twin Peaks» y alguna de «Bob, el espíritu asesino»… Lo de la mente perturbada me viene desde pequeño.

–¿No le da un poquito de vértigo el paso del tiempo?

–Supongo que como a todos. Cuando tengo días malos y me veo cara de cansado y de golpe se te caen los años encima… Pero estoy tan contento de tener el privilegio de cumplir años y seguir creciendo, que bienvenidos sean.

–¿Esa novela que le marcó?

–«A sangre fría», de Capote. «No volveré a tener miedo» (mi primera novela) nació en parte como un homenaje.

–¿Ese crimen que le quitaba el sueño de «teenager»?

–Muchos de los más populares de los 90, algunos de ellos han sido inspiración para componer parte de la trama oscura de «Las niñas que soñaban con ser vistas». «Snuff movies», canibalismo, desaparición de adolescentes…

–Dicen que Marilyn Monroe pensaba que era invisible hasta que le salieron las tetas, ¿cuándo se dio cuenta de que todos los focos iban ya hacia su persona?

–Cuando empecé a salir en series de televisión y anuncios, antes incluso de «Cuéntame». Noté mucho cambio en la facultad, en la escuela de teatro y en la calle.

–¿Oscar o Pulitzer? ¿Cuántas veces ha ensañado en el espejo del baño que se lo dan cepillo de dientes en mano?

–De adolescente, me encerraba en el baño y hacía el discurso completo. Ahora el mejor premio es trabajar y ganar lectores y público que te quiera leer y ver.

–¿Qué le haría más ilusión: una llamada de Almodóvar o que Stephen King le diera la enhorabuena?

–Almodóvar, sin duda, trabajar con él es un sueño. Pero he tenido la suerte de que César Pérez Géllida, haya escrito cosas preciosas para la faja del libro. Eso sí que es un premio.

–¿Qué es lo que más le chifla y lo que más te amuerma del amor?

–Me chifla la compenetración, cuando ya se es compañero de vida y batallas. Prefiero amuermarme y estar tranquilo que las montañas rusas que no sabes nunca dónde estás.

–¿Ama o es de los que se deja querer?

–Las dos cosas, esto es un equipo y hay que trabajar todos los días para que funcione.

–A su hijo le dice aquello de «sé bueno que viene el coco»?

–¡No! Le decimos que a las personas buenas le pasan cosas buenas.

–En familia ven «Sonrisas y lágrimas» o más «Seven»?

–Odiaba «Sonrisas y lágrimas»… «Seven» me encanta.

–Ese lugar donde se quita usted la faja…

–Cada vez estoy más relajado y consigo quitármela casi en cualquier sitio, cosas de la edad…

–Ese culebrón del corazón que le tiene fascinado…

–Paso del corazón. Soy más de «true crimes».

–Dicen que si uno quiere dedicarse al porno, hay que empezar por el nombre artístico y que el mejor es el que se consigue uniendo el nombre de su mascota con el de su calle, ¿cuál sería el suyo?

-–Sería actor anónimo porque el nombre de mi calle no lo doy y no tengo mascota…