Se sincera
El hijo de Carme Ruscalleda confiesa sus adicciones: “Mis primeros camellos fueron mis padres”
El chef se ha mostrado a corazón abierto y ha narrado con detalle el infierno que vivió por culpa de las drogas.
El nombre de Raül Balam ha cobrado fuerza en las últimas horas tras sus recientes declaraciones en una entrevista concedida al periodista Pau Arenós para ‘El Periódico’. Una conversación de dos en la que la cocina no ha sido precisamente el tema más comentado.
“Tengo una enfermedad, y soy un adicto y lo seré toda la vida. Adicto a todas las sustancias psicoactivas, desde el alcohol a drogas que he probado y que no he probado, porque mis transmisores del placer no conectan, y al no conectar yo nunca tengo suficiente” comienza diciendo el hijo de Carme Ruscalleda, quien ha asegurado que no sabe cómo ha podido generar tanto éxito con la caótica vida que ha llevado durante una larga etapa, en la que sus padres jugaron un sorprendente papel: “El alcohol es una droga legal y mis primeros camellos fueron mis padres, en el sentido lúdico, porque la bebida está en la sociedad”.
Raül Balam sintió que cualquier motivo era perfecto para caer en la drogas, pero fue la soledad en la que se vio inmerso lo que le llevó a caer en una profunda depresión que desembocó todavía en un consumo mucho mayor. Es por eso que en 2012, tras estar apunto de tocar fondo, tomó la acertada decisión de acudir a un centro de desintoxicación: “Fue horroroso, mis padres veían que tenía un problema, intentaban ayudarme, protegerme… pero me aislé. En el centro me di cuenta de que tenía una enfermedad y que tenía cura”, desliza en esta entrevista, asegurando que dar el paso de tratarse fue un antes y después en su vida.
El chef cuenta cómo vivió los tres meses de terapia diaria a los que tuvo que hacer frente para dejar atrás un infierno que parecía no tener fin: “Dejar las drogas es muy fácil, lo que es muy difícil es cambiar la conducta porque tu cuerpo y tu mente. Es un cambio de hábitos muy ‘heavy’”. Un cambio tan fuerte por el que se vio obligado a estar una temporada sin cocinar, su pasión, vocación, y su mejor terapia en la actualidad.
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