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Irene de Grecia, la gran servidora de la Reina Sofía

Siempre en un discreto segundo plano, la tía Pecu, como la llaman cariñosamente en familia, es el mejor apoyo de la Reina Sofía

La Reina Letizia e Irene de Grecia (d), tras cenar con su familia este sábado en un restaurante en Palma de Mallorca. EFE/Ballesteros
La Reina Letizia e Irene de Grecia (d), tras cenar con su familia este sábado en un restaurante en Palma de Mallorca. EFE/BallesterosBallesterosEFE

No llama la atención, pero siempre está ahí, al lado de Doña Sofía. De hecho, el pasado sábado, en la única imagen que se ha podido realizar de la Reina Emérita en Mallorca junto a los Reyes y sus hijas, tras una cena en el restaurante palmesano Ola de Mar, la princesa Irene caminaba solo unos pasos tras ella; lo hacía con dificultad, a veces recibiendo el apoyo de Felipe VI o de Letizia, a veces sola. Es una pieza fundamental en la Familia Real y la gran servidora de la madre del Jefe del Estado.

Irene de Grecia, que nació en Sudáfrica en mayo de 1942, es la hija pequeña de los monarcas griegos Pablo y Federica y su carácter se forjó en torno al fantasma constante del exilio y las penurias que pasaron en aquellos tiempos sus padres. Budista, vegana y entregada a la causa solidaria, dedicación que nació de esa sobriedad espartana en la que creció, es una mujer tan discreta que pocas cosas se saben de su vida diaria. Y en ella, Doña Sofía ha encontrado a su mejor confidente, su paño de lágrimas y su compañera de vida.

Es difícil encontrar hoy una foto de la madre del Rey paseando en la que la Princesa Irene no aparezca. Pero no fue hasta febrero de 1981, cuando se instaló en Zarzuela en una especie de acogida, que se convirtiera en una indispensable en la familia. Hay que recordar que la muerte de la Reina Federica en una operación de cirugía estética dejó a la hermana pequeña de Sofía apátrida, sin fortuna y sin tener a dónde ir. La idea de esa mudanza, según contó a algunos medios el fallecido ex jefe de la Casa Real, Sabino Fernández Campo, fue del propio Emérito que, para paliar la soledad de su mujer la invitó a instalarse en el ala privada de Zarzuela. Pero los inicios no fueron fáciles pues Irene no quería alterar la intimidad familiar. Con el tiempo, se convirtió en la tía Pecu, por su carácter peculiar.

Comparte con Doña Sofía todo: su pasión por la arqueología, el mar y la música clásica, y también su labor solidaria. Cuentan que fueron sus años viviendo en la India, donde se convirtió al Budismo, se aficionó al ocultismo, a la ufología y a leer relatos de viajes y de filosofía. En 2002 le detectaron un cáncer de mama que superó con el apoyo incondicional de Doña Sofía.