Corona británica

¿Puede quedarse Carlos III sin las joyas de la corona?

India y Sudáfrica podrían reclamar la reintegración de algunas de las piedras que adornan las regalías de la familia real británica.

Britain's King Charles III departs Westminster Abbey after his coronation ceremony in London
Britain's King Charles III departs Westminster Abbey after his coronation ceremony in LondonAgencia AP

Si Carlos IIIpensaba que tras la coronación, donde dejó claro el lugar que su hijo Harry ocupaba en la familia real, los problemas iban a comenzar a apaciguarse, lo cierto es que más bien parece que acaban de comenzar. Ahora, el dolor de cabeza le viene por la corona que ciñe, y no precisamente por la presión de su peso (que, por si desean saberlo, supera los dos kilos en el caso de la corona de San Eduardo, la que se usa para la coronación, y no llega al kilo trescientos gramos en la imperial).

El pasado 6 de mayo pudimos ver las regalías que se emplean para el ritual centenario de la coronación, en el que al rey se le presentan una serie de espadas, anillos, cetros, orbes y coronas que conforman un ceremonial único en Europa. Pero lo que no vimos fue una de las piedras más espectaculares que pertenecen a las joyas de la corona. El diamante Koh-i-Noor se retiró de la corona de Camilla por su expreso deseo.

La reina intentaba apaciguar de esta manera las posibles críticas anticolonialistas que se podían desprender de lucir este diamante, vinculado con el Imperio Británico. Hace unos días, el periódico «The Guardian» hablaba de las posibles reclamaciones artísticas que podría llegar a hacer el gobierno de la India sobre piezas que están ahora mismo en territorio británico y este diamante, regalo del último emperador de los sijs a la reina Victoria, podría estar entre ellos. David Cameron, en 2013, quiso finalizar la polémica de esta piedra preciosa, y hasta el gobierno del país asiático ha respondido al artículo del diario británico, pero no son pocos los testimonios que comienzan a reclamar su reintegración.

Britain's King Charles III and Queen Camilla smile on the balcony of Buckingham Palace after the coronation ceremony in London, Saturday, May 6, 2023.
Britain's King Charles III and Queen Camilla smile on the balcony of Buckingham Palace after the coronation ceremony in London, Saturday, May 6, 2023. Frank AugsteinAgencia AP

La reina Camilla explicó que solicitaba que se «adaptara» la corona que ceñiría para rendir un homenaje a Isabel II. De esta manera, se reintegrarían los diamantes Cullinam III y IV en el lugar original en el que estaban dispuestos antes de que se convirtieran en sendos broches que lucía con asiduidad la reina fallecida. El Cullinam V, otro de los diamantes, se situaría en el lugar del Koh-i-Noor. En lo que no cayó la monarca fue en que Sudáfrica reclama los Cullinam, que salieron de su territorio durante la etapa de dominio británico del país africano.

El abogado Mothusi Kamanga asegura contar ya con más de ocho mil firmas que suscriben la petición sudafricana que incluye también el fabuloso «Star of Africa», conocido también como Cullinam I, y que es el diamante que luce Carlos III en su cetro real, y el Cullinam II, que se puede observar en la corona imperial que llevó el rey a su salida de la abadía de Westminster.

La piedra del destino

Si los Windsor dieran este paso, no sería la primera vez que elementos vinculados con la coronación regresan a su origen. En 1996, Isabel II aceptó retornar a Escocia la piedra del destino, sobre la que todos los reyes del Reino Unido se han coronado desde el siglo XIII. Desde allí se trajo para la coronación de Carlos III, para luego volver al Castillo de Edimburgo donde se puede contemplar con las joyas de la corona escocesas, menos polémicas que las inglesas.

La espinela del Príncipe Negro, el rubí español

¿España podría solicitar también la devolución de la espinela del Príncipe Negro? Se trata de la gran piedra roja que aparece en la corona imperial y que tiene su origen legendario en nuestro país. ¿Robada? ¿Regalada? Sea como fuere, desde el siglo XIX se incluyó en la corona imperial y la reina Victoria la lucía en todos sus retratos oficiales.