Las redes arden

James Plaza, el hombre que eclipsa a Beyoncé

El guardaespaldas de la cantante acapara las miradas de las fans en sus conciertos.

James Plaza
James PlazaInstagram

Ser Beyoncé, dar un concierto, calzarte un minivestido con maxiescotazo, un mono transparente de Loewe con unas manitas negras tapándote el cucu, mover las caderas a ritmo de vértigo y que, aún así, te eclipse tu guardaspaldas con los brazos cruzados y cara de póker. Podría ser el equivalente posmoderno a aquellos «¿cuál es el colmo de?» de nuestra infancia: el colmo de la injusticia cósmica ya no es presentarte a un casting de modelos y que elijan en la puerta a la amiga que te acompaña, ahora es contratar a un guardaespaldas que les gusta a tus fans más que tú. Lo bueno de todo esto es la moraleja: hasta la cantante de «Single Ladies» y «Crazy in love», entre otras canciones, tiene un mal día. Lo paradójico es que coincida con el gran día del tipo al que le has pagado para estar ahí abajo velando por tu seguridad, no para que te eclipse y se haga más viral su vídeo mirando a un lado y otro y sonriendo que los de tu bailecito sexy sin echar el hígado. Pero seamos justos, el mozo está como un tren de cercanías. No quisiera yo cosificarlo, pero lo voy a hacer. Está tan de mojar pan que, las primeras tres veces que me puse el vídeo, no vi a Beyoncé. Luego ya sí. Y me solidaricé con ella. Pero lo hice, eso sí, mientras cotilleaba el Instagram del muchacho.

Se llama James Plaza y se ve que no fui la única, porque ahora ya tiene la cuenta en privado y con miles de seguidores (más de treinta mil). No pasa nada, estoy bien. Puedo vivir sin ver su torso desnudo y sus brazos torneados, y su cinturita de avispa. Hice capturas de pantalla. La verdad es, puestos a confesar, que me gusta más vestido (como en el vídeo) que sin camiseta (como en las fotos). Pero eso es porque es culturista y a mí no me gustan los hombres que no pueden bajar los brazos del todo y tienen más pecho que yo. Aunque en sus abdominales puedas rayar parmesano, sus bíceps parezcan los muslos de Falete y en su espalda te puedas echar la siesta sin que te cuelguen los pies. Lo que no le quita mérito: recordemos que ha dejado a Beyoncé en segundo plano en su propio concierto. ¡En su propia gira! Me ha recordado una vez que un amigo me contaba que había coincidido en la piscina de su hotel con Angelina Jolie y Brad Pitt. El pobre estaba incluso cuestionándose su sexualidad porque no había podido dejar de mirar a Brad Pitt en todo el tiempo. A la Jolie, ni un vistacito rápido. Que yo habría hecho lo mismo, le dije. Pero se me quedó mohíno de todos modos.

Esto es lo mismo: es desconcertante que alguien pueda ser más guapo que Beyoncé en un concierto de Beyoncé en el que Beyoncé esté haciendo de Beyoncé. Beyoncé en un escenario debe ser como Jolie en una piscina: un abuso de la naturaleza, un ideal inalcanzable. Pues no. El ideal estaba a pie de escenario, mirando para otro lado, con las manitas puestas de esa manera que solo saben ponerlas los guardaespaldas para que parezca que están relajados y ni te veas venir que, si te pasas un pelo, te pueden matar con un lápiz. A lo John Wick como le toques el perro.

Voy a seguir de cerca esta historia. No por un interés sicalíptico (por quién me toman) sino porque quiero asegurarme de que Beyoncé no toma represalias, cegada por la ira de no ser la más guapa, y se queda el muchacho sin trabajo en la próxima gira. Es una cuestión de estar con las minorías. Con la minoría de los tíos buenos con mirada torva, en este caso. Así que estaría bien, por solidaridad con ese grupo identitario, que en los próximos conciertos de Beyoncé siempre haya alguien en primera fila encargado de grabar al guardaespaldas guapo. Y que comparta.