Confesión
Exclusiva. Matías Urrea: «Me separé de Ainhoa Arteta enamorado»
La última pareja de la cantante, con quien mantiene abierta una batalla judicial (y en los medios), habla en exclusiva para LA RAZÓN
Las primeras imágenes deAinhoa Arteta, de 56 años, tras su estancia en el hospital y su abrupta separación, muestran a la guipùzcuana muy desmejorada. Nada que ver con los que difundía su entorno de forma interesada, sobre la nueva vida lejos de su cuarto marido y que tantos ríos de tinta han hecho correr. La soprano tiene buenas y mediáticas amigas que han dejado entrever una mala vida junto a su último marido, el capitán de corbeta, Matías Urrea. Como una premonición de lo que ocurriría después, el matrimonio no llegó a registrarse. La boda o la «no boda» estuvo a punto de no llevarse a cabo por una fuerte discusión de la pareja el día antes de la ceremonia. Un asunto de celos de Ainoha por una amiga de Matías. La soprano puso como condición para celebrar la ceremonia que sus amigos no acudieran. Pero él se negó. Ainhoa pidió disculpas a los íntimos de Matías, se celebró el evento como estaba previsto, pero ambos decidieron no tramitar la validez del matrimonio.
Tres años después de aquella fecha, la pareja daba por acabada la relación coincidiendo con el alta médica de Arteta. Tras una semana ingresada y pasar por la UCI, al recuperar la consciencia, Ainhoa, comunicaba a su incrédulo marido, el único que había permanecido a su lado en eso difíciles días, que debía pensar en ella, ser egoísta, le dijo que necesitaba soledad y emprender un camino sin él. Matías asegura a quien escribe haberse separado enamorado. «Sin estar enamorado es imposible actuar así y soportar injustas acusaciones». Días antes habían hablado de futuro, de una vida nueva. El entorno de Matías deja entrever que nadie próxima a la cantante se preocupó en visitarla. Su hija Sarah estaba en Ibiza. Algo cambió en la mente de Ainhoa durante su estancia en la UCI, ya no miraba al futuro junto a Matías. Le consideraba un lastre, un estorbo para una nueva vida. Matías no puede hacer declaraciones públicas por recomendación del Ministerio de Defensa. Pero ambas partes filtran versiones radicalmente diferentes, sobre la relación, los problemas económicos, la difícil convivencia y las traumáticas disputas. La relación se había visto dinamitada, según el entorno del militar, por los problemas económicos, la soprano vivía por encima de las posibilidades, pero también por la fría relación con su hija Sarah. Matías sacó sus pertenencias de la casa que la soprano tenía en La Moraleja a finales del mes de agosto. Lo único que les unía era un crédito personal a nombre del militar que había pedido para aliviar las deudas de Ainhoa. Los altísimos gastos mensuales, cerca de 10.000€ y la falta de escasez de conciertos debido al coronavirus, conllevaron una falta de liquidez que él resolvió. Ahora debe afrontar la deuda solo.
El entorno de Arteta dibujan a un marido interesado, caprichoso y que hacía uso de las cuentas bancarias de la cantante dilapidando lo que ganaba. La otra parte asegura que Matías, que ejercía también de representante, pero asegura que no tenía autorización para hacer movimientos en la cuenta. Además cada operación era supervisada y autorizada por los gestores de la artista. Matías intentó que ella firmase un reconocimiento de deuda por el crédito que pidió pero la soprano exigía a cambio un contrato de confidencialidad por el que tendrían que indemnizarse mutuamente de no ser respetado pero no de igual forma. Matías debería indemnizar en 200.000 euros a la cantante si transgredía el acuerdo, pero ella solo en 25000 euros a lo que el militar se negó. Él asume que será el «malo de la película». Dice sentir vergüenza por las infamias que se están vertiendo de él pero que soportará ese peso sin perder la forma. «Me voy de este matrimonio con menos dinero del que tenía, no tengo miedo a una auditoría, Ainhnoa debería pedir una auditoría de su vida y poner remedio a sus problemas», espeta. «No me esperaba esta ruptura ahora, me separé enamorado», ha asegurado.
Sin embargo, las partes siguen filtrando datos escabrosos sobre hábitos, difíciles caracteres, elevadas discusiones, complicadas relaciones personales y familiares y deslealtades. Esta batalla no ha hecho más que comenzar.
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