Pasión
Antonio Banderas y los famosos “balconitas” de la Semana Santa
Muchos famosos alquilan los mejores balcones de las ciudades andaluzas para tener un sitio privilegiado en las procesiones
Con el inicio de la Semana Santa, vuelven a escena los que se les viene a llamar los famosos “balconitas”, personajes populares que pagan cantidades astronómicas por ocupar un lugar privilegiado desde donde poder observar el paso de las procesiones apartados del bullicio y la incomodidad de las calles. Un buen balcón, en una avenida céntrica, puede costar más de dos mil euros de alquiler por día. Quizá las más llamativas sean las que eligen los famosos en tierras andaluzas.
Ayer, Domingo de Ramos, veíamos en la capital malagueña a Antonio Banderas con su cofradía de la Virgen de las Lágrimas y Los Favores, de la que es devoto.
El actor y su familia también suelen situarse el resto de la semana en uno de los balcones del Hotel Room Mate de la calle Marqués de Larios. Católico practicante, ha sabido inculcar, como ya lo hizo hace años a su ex mujer, Melanie Griffith, el fervor religioso a su hija Stella del Carmen y a su actual compañera sentimental, Nicole Kimpel, que no faltan cada año a esta cita tan trascendental, suspendida las dos ultimas temporadas por culpa de la pandemia.
Ese mismo hotel de la céntrica calle Larios, la más popular de la ciudad malagueña, acoge a la familia Campos, con la matriarca María Teresa al frente. En el balcón suele juntarse la veterana periodista con sus dos hijas, Terelu y Carmen, sus nietas, Alejandra y Carmencita, y su yerno José Carlos. Pero nos enteramos de que también podrían optar por ver las procesiones desde la primera planta del Hotel Málaga Palacio.
Nos trasladamos a Sevilla y encontramos a Fran Rivera, su esposa Lourdes Montes, su hermano Cayetano y su cuñada, Eva González, asomados al balcón de un aristocrático edificio ubicado en la esquina de la calle Sierpes y la calle Campana.
Fran es un experimentado costalero del paso del Cristo de las Tres Caídas, adscrito a la hermanan de la Esperanza de Triana.
Este año no se repetirá la escena que protagonizaban muy cerca de los anteriores Isabel Pantoja, sus hijos Kiko y Chabelita, su hermano Agustín y sus nietos. La situación de enfrentamiento familiar no les reunirá en un balcón privilegiado de la misma calle Sierpes, en una casa fácil de encontrar, porque tiene un establecimiento de comida rápida, un Mc Donalds, a pie de calle.
Otro “balconita” que puede hacer mutis por el foro puede ser Luis Medina. Involucrado de alguna forma en un asunto conflictivo, relacionado con una comisión derivada de una defectuosa venta de material sanitario. En situaciones normales se asomaba con su hermano Rafael y su madre, Naty Abascal, en un balcón de la calle San Esteban. O en otro del palacio familiar, la Casa de Pilatos.
En la plaza del Cristo de Burgos, desde donde sale la procesión de la cofradía que lleva su nombre, no faltan Curro Romero y su esposa, Carmen Tello, acompañados de íntimos amigos como Alfonso Diez o el periodista Antonio Burgos. También podemos verles en la terraza del palacio familiar de la Motilla.
Algunos de los hijos de la fallecida Duquesa de Alba, como son Cayetano y Eugenia, seguirán el paso de la hermandad de los Gitanos, y la Virgen de las Angustias, de la que doña Cayetana era incondicional.
Quien nos dice que este año se perderá la Madrugá es Charo Vega, que se marcha a Honduras para ir a “Supervivientes”.
El gracejo andaluz denomina a estos balcones como “el púlpito popular desde el que el cofrade reza, se admira, se hermana, se reencuentra y hasta canta”.
Kiko Rivera no respeta ni a la virgen
El hijo de Isabel Pantoja se convirtió en protagonista “Baldomero” una Semana Santa en la que, mientras pasaba una procesión, se dedicó a prodigarse caricias y besos con su entonces novia a la vista de todo el mundo en el balcón de la calle Sierpes sevillana en la que se encontraba con su madre y su hermana. Las críticas por su falta de fervor religioso fueron unánimes. Pero él pasaba de todo y de todos. De la Virgen, el Cristo, los Santos y hasta de las miradas de desaprobación de su progenitora.
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