Entrevista

De Almeida a Cayetano Martínez de Irujo: hablamos con Eva Colorín, la wedding planner de los aristócratas

Esta mujer, hada madrina para los enamorados, consigue que los paraguas florezcan como amapolas y los invitados acaben bailando descalzos para el aguacero

Eva Iglesias, en su estudio de Colorín Colorado
Eva Iglesias, en su estudio de Colorín ColoradoCedida

Será que nuestro cerebro no está hecho para finales abiertos o que cultiva la virtud de saber cuándo retirarse, Eva Iglesias rubrica cada boda con un «colorín colorado…» Es la «wedding planner» de los aristócratas y empresarios. Casó, por ejemplo, a Luisa Bergel y Christian Flórez en Sotogrande, en 2023, e hizo, con sutil toque de varita, que de aquella boda saliese otra: la de José Luis Martínez- Almeida y Teresa Urquijo. Le puso ritmo, ternura y una pizca de magia para agradar a las gentes con mayor renombre del mundo de las finanzas, la política, la empresa y la aristocracia.

Y algo tiene Eva Colorín, así se la conoce tomando el nombre de su empresa, que incluso fue capaz de cambiarle la textura al rostro de Cayetano Martínez de Irujo en su enlace con Bárbara Mirjan. «Estaba feliz», dice. Nos reunimos con ella en una de estas tardes de otoño que empiezan bruñidas y acaban con el cielo encrespado. Está multiatareada. «Cada vez más, a los novios les gusta casarse pasado el verano. Si llueve, tengo todo previsto. Solo hay que ajustar algunos detalles», nos dice con alegría.

Esta mujer, hada madrina para los enamorados, consigue que los paraguas florezcan como amapolas y los invitados acaben bailando descalzos para el aguacero. No puede domar el clima, pero cualquier imprevisto acaba pareciendo parte del guion. «Llevo quince años en esto y cada boda es una lección. Todo surgió al pensar en cómo quería que fuese mi boda. No encontré una figura de «wedding planner» como la que yo tenía en la mente. Así que, dejé mi trabajo como creativa publicitaria y creé Colorín Colorado. Hoy somos un gran equipo que, sobre todo, cree en el amor y quiere festejarlo».

Cuántos secretos de alta alcurnia sabrá, cuántos chismes que darían calor y color a nuestras crónicas. Cuenta que cada boda empieza como un libro abierto que cierra con un suspiro. Lo que pase en medio son hojas que levanta el viento como un remolino. «Nunca he tenido novia a la fuga, pero sí un susto. Al llegar a la iglesia, dio un paso atrás y se metió de nuevo en el coche. Enseguida aclararon que había dejado su ramo de flores en el hotel. Fueron minutos de tensión».

El mundo de Eva transmite un encanto delicioso. La boda del alcalde de Madrid terminó con una escena casi bucólica con los perros de la finca uniéndose a la celebración. Y nos confiesa que ha llegado a ejercer de celestina. «Un invitado se enamoró y me pidió que le ayudase a contactar con ella. Cuando el amor flota en el aire, los corazones se abren». Admite que, aunque consume poca prensa rosa, sabe que su reto es preservar la intimidad. «Tiene que ser así porque las familias me confían fragmentos que no compartirían en otro contexto». En esos momentos, en los que los nervios están a flor de piel, ha visto peligrar más de una unión. «La disputa puede nacer donde menos se espera. Cualquier detalle puede descorchar una historia mal resuelta, una herida o un reproche. Nunca juzgo, pero sí busco la manera de devolver la calma».