Opinión

Un anuncio envenenado para Tamara Falcó

"Que también Ana podía haber aguantado un poco y dar la noticia después de Reyes, que tampoco se le va a notar tanto el embarazo hasta entonces y siempre le puede echar la culpa a los polvorones"

Tamara Falcó con traje de lentejuelas.
Tamara Falcó Gtres

No se me ocurre un regalo de Navidad más inoportuno que el tercer embarazo de tu hermana pequeña justo cuando tú te estás sometiendo a un tratamiento de fertilidad porque no hay manera de que tu marido plante semilla con éxito. Y es que, a Tamara Falcó, todo son pulgas. Va a ser tía por enésima vez (tiene tantos medio hermanos por parte de madre y por parte de padre que, si no sé cuántos son, como para saber cuántos hijos tiene cada uno) mientras no consigue ser madre. Ana, su medio hermana pequeña, está embarazada del tercero con el tenista Fernando Verdasco. Con ocho años menos, y dos hijos y un poco, más que su hermana, no sé yo si ha sido buena idea dar la noticia justo ahora, en estas fechas tan entrañables (me encanta decir «estas fechas tan entrañables»).

Tamara Falcó y Ana Boyer
Tamara Falcó y Ana BoyerÍñigo Onieva

Yo creo que a Tamara le habría hecho más ilusión un bolso de Prada. O unos Jimmy Choo. O uno de los chiquillos, al que le tengan menos cariño. Si, total, en una familia tan desestructurada, después de una cena familiar yo creo que se pueden llevar los niños a casa en modo aleatorio. Y al llegar al hogar familiar, en Miami si eres Chabeli, te das cuenta de que este año te has llevado a uno de los de Enrique Iglesias con Anna Kournikova, a un nieto de Boyer y el último libro de Vargas Llosa. Pues te toca volver las Navidades siguientes a ver si aciertas, aunque no te apetezca. Yo, si fuera uno de los asistentes, llevaría a mis hijos numerados y vestidos de colores llamativos, para tenerlos controlados en todo momento y que no se los lleve la tita Tamara. Que también Ana podía haber aguantado un poco y dar la noticia después de Reyes, que tampoco se le va a notar tanto el embarazo hasta entonces y siempre le puede echar la culpa a los polvorones. Pero bueno, ya está hecho. Ahora lo que hay que hacer es cuidar a Tamara, que no es muy buena interpretando señales divinas. Ya lo vimos con la boda, que solo faltaba que bajase Dios en persona y le gritase en la cara «PARA». Pero, oye, a lo mejor da la cosa para material para un próximo especial de Navidad de Isabel Preysler.