Opinión
El diario de Amilibia: Demasiadas guerras para un sólo 8-M
Algo muy raro pasa cuando Elon Musk no paga el alquiler de sus oficinas, el Papa Francisco cobra el alquiler a los cardenales que viven en el Vaticano y Carlos III desahucia al príncipe Harry y a Meghan Markle
El futuro no se ve en los higadillos de las aves ni en los posos del café de Rappel, yo creo que está en los detalles. Algo muy raro pasa cuando Elon Musk no paga el alquiler de sus oficinas, el Papa Francisco cobra el alquiler a los cardenales que viven en el Vaticano y Carlos III desahucia al príncipe Harry y a Meghan Markle, santo cielo, que una cosa es salir de la familia real y otra muy otra hacerlo como okupas y abucheados por los vecinos del barrio de Windsor. Algo muy raro pasa también en el feminismo, que ya ni se sabe de cuántas familias se compone entre radicales, menos radicales, escasamente radicales, las de toda la vida, las de Camille Paglia, las calvinistas de Carmen Calvo, las del Periodo Feliz, las Malasmadres, las irenista de Irene Montero, las de Pam que proponen sodomizar a los hombres, las de Pedroche que quieren dar siempre las campanadas o las tamaristas de Tamara Falcó, devotas de la Virgen de la Alegría.
Leo que todas pugnan por capitalizar el 8-M. Una guerra que nos hará olvidar por un rato la de Shakira con Piqué o la de Pedro Sánchez con Ferrovial. Pero volvamos a los detalles. A la amante del general del «caso Mediador» la llaman «Chocho Volador», un alias digno del realismo mágico de Gabriel García Márquez o del realismo cachondo de Camilo José Cela. A mí me suena a patrona pagana de las aficionadas al parapente. Mi duda en estos momentos es dónde puede encajar «Chocho Volador» en el movimiento LGTBIQ+. ¿En el negociado queer, en el trans, en el travesti, en el no binario…? ¿Caben los «chochos voladores» en el feminismo?
Pero, como diría Patxi López, ¿qué más te da?
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