Opinión
El diario de Amilibia: Fui a votar y no me dieron nada
«El presidente de la mesa me miró, también sonriente, y contestó que eso era bastante más al Sur»
Lo cuento para que conste en este momento histórico que vivimos: fui a votar y no me dieron nada. Llegué a la mesa de mi colegio electoral, y antes de introducir los sobres en la urna, pregunté, sonriente, si regalaban algo. El presidente de la mesa me miró, también sonriente, y contestó que eso era bastante más al Sur. Hombre, ya me imaginaba yo que no estarían en la mesa con fajos de billetes de cien euros para regalar a los votantes y así tratar de paliar la previsible alta abstención y alegrarnos la mañana en horas borrascosas, pero al menos podrían invitar a café con churros a los más madrugadores y a la cañita con torreznos a los del mediodía. Pero nada de nada, ni un detalle.
Un viejo que había votado después de mí me susurró a la salida: «Tiene usted toda la razón; cómo van a proteger la democracia y la confianza en los líderes políticos si no dan ni la hora. Hubiera estado bien un viajecito a Marruecos por el Imserso, ¿eh?». Como no invite Mohamed VI lo tenemos crudo, le dije. Y me senté en un banco a observar si por casualidad veía a alguien votar con la nariz tapada, como se suele repetir tanto en fechas electorales. No vi a nadie, salvo una señora mayor que iba con mascarilla por miedo a la bronquiolitis. En Melilla y Mojácar, algunos han optado por la mano abierta en vez de la nariz tapada. El nuevo pragmatismo.
Ay, qué más habríamos visto de alargarse la campaña. ¿Miembros del PSOE investigados por instalar «Pegasus» en el móvil de Feijóo o por bajarse al moro a comprar maría para las jornadas de meditación con Bolaños? En diciembre voto por correo.
✕
Accede a tu cuenta para comentar