Ya no sabe que hacerle para llamar la atención, le gusta ser la protagonista absoluta, y no pone límites para conseguirlo. Así ocurrió esta semana en la Feria de Abril sevillana cuando Paz Padilla llegó a la caseta de "El Turronero". De amarillo y con volantes. Marcando estilo entre lo tradicional y lo moderno.

Pero el vestido acabó marcado por los lamparones del pavimento. A la actriz y presentadora no se le ocurrió otra cosa que hacer la croqueta en el suelo, vuelta tras vuelta con su cuerpo sin cortarse lo más mínimo.

Quien esto escribe lo vio con sus propios ojos, ridículo total, comentarios irónicos y risas de los presentes. La apoteosis se produjo cuando a Paz no se le ocurrió otra cosa que subirse a una mesa para bailar desaforada y a lo loco. Nuevas risas y cachondeo absoluto.

Una conocida presentadora, que prefiere que la mantenga en el anonimato, me comentó que sentía vergüenza ajena ante tan patético espectáculo, pero a Padilla le daba igual lo que pensara la gente, ella a lo suyo, a divertir con sus gracias a aquellos que disfrutaban de sus "payasadas", porque fue esta palabra con la que definió el espectáculo mi interlocutora.

Entre rebujito, flamenquito, carcajadas y chistes malos, transcurrió una velada que, seguramente, Paz no guardará entre sus mejores recuerdos. Y antes de entrar en la caseta, la vimos corriendo por la calle, huyendo de las preguntas de una reportera del programa "La familia de la tele", ese en el que algunos de sus colaboradores, como la misma Belén Esteban, se cuentan entre sus mayores "enemigos" mediáticos. Se puede decir que sus diferencias son irreconciliables.