Estética

El espejo del alma: Yurena: no pesan los años, pesan las cirugías sin control

"Ha pasado por el quirófano más veces de las que muchos de nosotros hemos ido al dentista"

Yurena
YurenaGtres

No voy a meterme de lleno en la vida de una de las figuras más icónicas y transformistas del panorama español: Yurena, antes conocida como Tamara, Ámbar y quién sabe cuántos nombres más.

En los noventa, esta mujer nacida y criada en Santurce empezó a ser conocida gracias a sus colaboraciones en «Crónicas Marcianas» y se convirtió en la sensación musical por derecho propio con su «No cambié» y «A por ti», resonando en todas las discotecas (hasta hoy) allá por el año 2000. Pero, ¡qué cambio! De ser una cantante con un toque excéntrico, ha evolucionado a una personalidad televisiva que nos ha dejado a todos con la boca abierta. Su carrera ha estado marcada por dramas familiares televisados, la muerte de su querida madre, un embarazo que no llegó a buen puerto y, cómo no, sus múltiples transformaciones.

Desde su salto a la fama, Yurena ha pasado por el quirófano más veces de las que muchos de nosotros hemos ido al dentista. Empezó con una rinoplastia que le cambió esa nariz que, digamos, tenía más personalidad que la mayoría. El resultado fue un éxito, y su rostro pasó de ser reconocible a ser ¡wow! Luego, se animó con un aumento de pecho que, he de decir, quedó de lujo. Pero, ay, ahí es donde empezó a torcerse la cosa. Decidió hincharse los labios, pero en vez de optar por el ácido hialurónico, ¡se fue a por la silicona! El resultado: unos labios que parecían dos salchichas a punto de reventar. Y así se ha quedado. Una pena, sobre todo para ella.

La cantante Yurena
La cantante YurenaGtres

Ahora, con el paso de los años, lo que más pesa no son los retoques, sino los kilos. Yurena ha cogido algo de peso, y todo lo que ya tenía se ve aún más exagerado. Pero, ojo, no se ha hecho nada nuevo. Después de un susto monumental con una abdominoplastia en Turquía, que casi le cuesta la vida, ha decidido que no quiere saber nada más de cirugías. La operación, que le prometía un abdomen plano por un precio de ganga, salió mal. Muy mal. Tanto, que ha tenido que pasar dos veces por el quirófano en España para intentar arreglar el desastre. Y aún así, en Turquía le decían que todo estaba bien. ¡Qué locura!

Así que, queridos, la lección es clara: las transformaciones pueden ser maravillosas, pero hay que tener cuidado con dónde y con quién te metes. Porque al final, lo que importa es que estés bien tú, y no lo que diga el espejo.