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De viernes

Kiko Rivera reconoce que ya no dormía con Irene Rosales tras perder la ilusión

Su matrimonio hacía aguas y ya no se comunicaban. No dormían juntos, pero ya ni discutían, pues habían perdido el interés por su unión

Kiko Rivera De viernes

El matrimonio entre Kiko Rivera e Irene Rosales estaba herido de muerte. Ambos lo sabían, pero aun así seguían adelante con su compromiso, simulando ser felices. Las vacaciones de agosto supusieron un hito en su relación, pues tras 11 años juntos entendían que no eran plenos el uno con el otro, que su unión hacía aguas y tan solo sus dos hijas les mantenían juntos. Así tuvieron la difícil conversación de tomar caminos por separado. Algo de lo que ya ha hablado ella, pero en lo que ahonda él a través de su primera entrevista en un plató de televisión desde hace cerca de cinco años.

Kiko Rivera, tras el ‘scoop’ de la semana pasada en ‘De viernes’, visita el programa de Telecinco para aclarar posibles dudas. Son muchas las cuestiones que han quedado en el tintero y que los colaboradores quieren resolver con el protagonista. Además de su nefasta relación familiar o cómo ha encajado el accidente de coche de su hermano Cayetano, el Dj ha profundizado en las grietas de su matrimonio. Y es que en sus nuevas confesiones llega a reconocer que su mujer y él ya dormían en habitaciones separadas y que el trato entre ellos era cada vez más frío.

Kiko Rivera sobre el distanciamiento con Irene Rosales

El hijo de Isabel Pantoja se presenta en el plató asegurando estar en uno de los mejores momentos de su vida. Aun así, ha entrado de nuevo en conflictos judiciales con su madre, le ha tenido la mano al perdón a su hermana y ésta no ha respondido y le duele ver cómo su mujer es feliz en brazos de otro hombre. Pero se siente estable, recuperando las riendas de su vida, tras haber perdido en cierto modo el control y permanecer en automático. Así ha sido testigo de cómo se enfriaba la llama de la pasión con su mujer y no ha podido hacer nada al respecto.

“Con Irene hablo diariamente, es la madre de mis hijas. Yo con ella me llevo muy bien, le deseo toda la felicidad del mundo”, mantiene Kiko Rivera en el inicio de su entrevista. Ya habló largo y tendido sobre lo que ha dinamitado su matrimonio y no cree que haya hablado más de la cuenta, pues así lo ha valorado ya con la otra parte: “He hablado bien de Irene porque se lo merece, es una persona diez. Si le hubiera molestado algo me lo habría dicho”. Pero no es el caso. Y es que ambos han mantenido la misma versión a la hora de contextualizar su separación, alegando un desgaste por encima de cualquier conflicto o infidelidad.

“Fue un verano complicado, porque el matrimonio ya estaba roto. Yo tampoco he sido el marido perfecto. El primer paso lo di yo. Luego Irene ya dio los suyos”, recalca. Fue gracias a la terapia como llegó a la conclusión de que alargar la agonía podría hacerles daño a ambos y su psicólogo le hizo valorar su “matrimonio desde otra perspectiva”. El profesional le hizo entender el sufrimiento que le ha provocado a su esposa con sus acciones y entendió que amar es también dejar ir: “Uno de los mayores actos de amor es dejar que la persona que quieres sea feliz”, dice con madurez.

Y es que su matrimonio estaba ya roto y era imposible remontarlo. Tanto, que incluso la convivencia había dejado de ser cordial y se atisbaba conflictiva: “No había comunicación ninguna. Dormíamos en habitaciones separadas. Era una mezcla entre compañera de piso y mi madre”, repite de nuevo Kiko Rivera. Pese a ello, sabe que Irene Rosales ha aguantado mucho por su parte y que “ella tenía más razones para dejarme que yo a ella, pero llegó un punto en el que ya no pude más, era demasiado frío. No existían ni discusiones, no importaba nada”. En este punto, lo mejor era separarse y dejar espacio a Guillermo, cuya relación con su ex se enteró por la prensa. Se alegra por ella, pero reconoce que algo le remueve por dentro verla con él.