Polémica
Nacho Cano: excéntrico, provocador, enérgico "y molesto, porque no les baila el agua"
Se le acusó de «romantizar una época teñida de sangre». ¿También le descolonizarán?
Genio y locura. ¿Es un mito o debemos considerar que la genialidad tiene su punto de fascinante excentricidad? ¿Cuánto tiene de cada cosa Nacho Cano? Le hemos visto esta semana excéntrico, provocador y enérgico. Igual que en los tiempos de «Me colé en una fiesta» (1982) cuando se nos presentó como un Cristo pop. Con el torso musculado desnudo, pedigrí hasta en la melena y dándole a mil teclados. Sus brazos abiertos en toda su amplitud parecían querer llevarnos hasta Venus en volandas. Qué loca fantasía.
El juez deberá resolver si ha cometido algún delito en su Escuela Malinche o si resulta que, como él sospecha, es víctima de «una conspiración orquestada» desde el Ministerio del Interior. Podrá o no tener razón, pero la idea no es esquizoide. Alonso Morgado, abogado de Malinche, explicaba esta semana a LA RAZÓN que «Nacho Cano es un elemento cultural molesto porque no les baila el agua. Y no un elemento cualquiera, sino la marca España, algo que en este momento incomoda». Para colmo, es amigo de Isabel Díaz Ayuso, la mujer con la que intercambia lindezas verbales. Y esto escuece a la izquierda, especialmente al ministro Óscar Puente desde que la presidenta impuso al artista la banda de la Gran Cruz de la Orden del 2 de Mayo. Mortifica que celebrasen juntos las 400 funciones de Malinche, que le acompañase al estreno de su nuevo musical ibicenco, que el productor se refiriese a la presidenta con guasa sardónica como «la mujer que más ha hecho por el vegetarianismo en la historia de España» después de su rifirrafe con Mónica García. A más éxito, más resentimiento.
Si, como sospecha la presidenta, esto va de una «destrucción personal con fines políticos», los excesos verbales de Cano, que ofreció su versión de lo ocurrido con absoluta cordura, se quedan en nadería. Al artista se le acusó hace un tiempo de «romantizar una época histórica teñida de sangre», un ataque que coincide con el obsesivo empeño del Gobierno de alterar la historia. ¿También él entraría en su descolonización?
Lo que no le perdonamos a Cano es que se haya colado en nuestras casas sin los teclados, o que se le hayan colado a él en la suya sin más música que las sirenas. Volviendo a la rueda de Prensa, a una persona altamente creativa no se le puede pedir que se comporte como gente corriente, sino desmesurado e idealista en su performance. El relato del genio no exime de culpa si la tiene, pero su obra que ni la toquen. La necesitamos para que nos devuelva a las felices resacas de Mecano.
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