Gastronomía
Ronda de bares: En el barrio
"Zascandileando por Madrí, uno se tropieza —como quien no quiere la cosa pero sí lo desea— con un rincón de felicidades llamado Reba"
Zascandileando por Madrí, uno se tropieza —como quien no quiere la cosa pero sí lo desea— con un rincón de felicidades llamado Reba. Una de esas esquinitas que no necesita toldo ni reclamo porque brilla sola con luz propia. Juanjo, su anterior regente, colgó los trastos tabernarios para volver al Chamberí de sus querencias, dejando en herencia un espíritu de barra bien entendida.
Ahora es Jorge de Dongindo, ilustre domador del aperitivo eterno, quien se ha hecho con este chisconcito lúcido, pequeño y hermoso, en la retaguardia más coqueta del Barrio de Salamanca. Jorge, que ya ha dado lustre y gloria líquida a otros garitos donde el vermú es rey y la parroquia sabe a qué ha venido, lo ha convertido en estación intermedia entre el vino bien servido y la tapa justa.
Para todos los gustos
Y es que Reba tiene esa cualidad de lo acogedor sin afectación. Entran y salen en escena los figurantes de la mesocracia madrileña: señoras de melena reciente, abogados con prisa simulada, solteros en cita líquida o parejas que ya no saben si son o fueron. Y todos, todos, se refugian tras la caña bien tirada y la gilda medida como un esmoquin.
Cada día tiene su afán, su personaje, su crónicbreve. Como los lunes, cuando Laura, reina del servicio con sonrisa impresa, atiende al oficinista que se fuga del Excel. Suena la puerta, se abre el apetito. Gildas con trazo de modisto, ensaladilla con pimientos como si fueran brochazos de Sorolla, un poco de cecina, boquerones de abrazo salino, y ese vermú de la casa que encierra más verdad que muchos discursos.
Pasen y vean este tubito de felicidades muy cercanas. De esas que no salen en guías, pero que curan el alma.
Bar: Cervecería REBA
Calle General Díez Porlier, 10. Madrid