Enfermedad silenciosa

Así es el cáncer que padece Fernando Martínez de Irujo

El hermano del Duque de Alba padece uno de los cánceres más letales

Fernando Martínez de Irujo en la misa por el décimo aniversario de su muerte
Fernando Martínez de Irujo en la misa por el décimo aniversario de su muerteGtres

El nombre de Fernando Martínez de Irujo evoca títulos nobiliarios, palacios familiares y la larga sombra de la Casa de Alba. Sin embargo, por encima de todo ello hoy le toca enfrentarse a una realidad mucho más terrenal y universal: el cáncer de páncreas. Una enfermedad silenciosa, esquiva y con fama de ser una de las más difíciles de combatir dentro del panorama oncológico.

Aunque no es el tumor más frecuente, sí es uno de los más letales. Los datos son contundentes: en Europa se registran cada año unos 78.000 nuevos casos y en Estados Unidos alrededor de 32.000. En España, solo en 2020, se diagnosticaron 9.252 personas con este tipo de cáncer y 7.427 murieron por su causa, convirtiéndolo en la cuarta causa de muerte por cáncer en el país. Cifras que ayudan a dimensionar la crudeza de una enfermedad que, en la mayoría de los casos, se detecta demasiado tarde.

Una enfermedad, tras síntomas difusos

El páncreas es un órgano discreto, escondido tras el estómago, y el tumor que lo invade suele seguir la misma estrategia: crecer en silencio. En muchos pacientes, el primer aviso llega en forma de ictericia -esa tonalidad amarillenta de la piel y los ojos-, sobre todo cuando el tumor se asienta en la cabeza del páncreas y bloquea las vías biliares.

Cayetana Rivera y Fernando Martínez de Irujo
Cayetana Rivera y Fernando Martínez de IrujoKMJGTRES

Otros síntomas son menos claros: digestiones pesadas, dolor abdominal que a veces se irradia hacia la espalda, pérdida de peso inexplicable o una repentina alteración en los niveles de glucosa en sangre. Todo ello hace que, en demasiadas ocasiones, el diagnóstico llegue cuando la enfermedad ya está avanzada. De hecho, menos del 20% de los pacientes son candidatos a cirugía en el momento de ser diagnosticados.

Los factores que lo favorecen

Aunque no existe una única causa, la ciencia ha identificado varios factores que aumentan el riesgo de desarrollar un cáncer de páncreas. El tabaco aparece como protagonista indeseado: se calcula que está detrás de casi un tercio de los casos. También influyen la diabetes mellitus de larga evolución, la obesidad y la pancreatitis crónica, aunque la relación no siempre está clara.

Además hay un componente genético que no se puede pasar por alto. Hasta un 10 por ciento de los casos están vinculados a síndromes hereditarios, como el de Lynch o el de Peutz-Jeghers, o a mutaciones en genes como BRCA1 y BRCA2, los mismos que aumentan el riesgo de cáncer de mama y ovario. En familias con estos antecedentes, la recomendación es clara: control exhaustivo en unidades de consejo genético.

El desafío del diagnóstico

Detectar un cáncer de páncreas es, en sí mismo, una carrera de obstáculos. La analítica puede dar pistas al mostrar alteraciones en la bilirrubina; el marcador tumoral CA 19.9 puede estar elevado, aunque no siempre; y las pruebas de imagen, como el TAC o la resonancia magnética, ayudan a localizar el tumor y estudiar su extensión.

Cuando las dudas persisten, la ecoendoscopia -una endoscopia que permite, además, obtener una biopsia del tumor- se convierte en la herramienta definitiva. Una técnica invasiva, sí, pero fundamental para confirmar el diagnóstico y planificar el tratamiento.

¡Tratamientos: entre la cirugía y la innovación médica

El tratamiento ideal es la cirugía, siempre que sea posible. Dependiendo de la localización del tumor, se puede recurrir a una duodenopancreatectomía cefálica o a una pancreatectomía distal. A veces, no queda otra opción que extirpar el páncreas en su totalidad. Pero incluso en los casos en los que la operación es viable, la supervivencia media tras la resección oscila entre los 10 y los 20 meses.

Aquí es donde la quimioterapia juega un papel esencial. En combinación con la cirugía (como tratamiento adyuvante) o incluso antes de ella (quimioterapia neoadyuvante en tumores borderline), se convierte en una herramienta clave para frenar el avance del tumor. Entre los regímenes más utilizados están FOLFIRINOX o la combinación de gemcitabina con nab-paclitaxel, que han demostrado mejorar tanto la supervivencia como la calidad de vida de los pacientes.

La radioterapia también tiene su espacio, sobre todo en casos de tumores localmente avanzados, bien para intentar controlar el crecimiento, bien para aliviar el dolor.

Y en los últimos años, la investigación ha abierto una nueva ventana: la medicina personalizada. El estudio POLO, por ejemplo, demostró que pacientes con mutaciones en BRCA1 o BRCA2 podían beneficiarse de tratamientos específicos como el olaparib, logrando estabilizar la enfermedad durante más tiempo.

Un enemigo difícil, pero no invencible

El cáncer de páncreas sigue siendo, a día de hoy, uno de los grandes retos de la oncología. Su alta mortalidad y su diagnóstico tardío lo convierten en un enemigo temido. Pero los avances en genética, la mejora de los tratamientos combinados y la apuesta por la investigación ofrecen un horizonte algo más esperanzador que el de hace apenas dos décadas.

Fernando Martínez de Irujo no es el primero -ni será el último- en enfrentarse a esta dura batalla. Pero su caso sirve para poner el foco en una enfermedad que, a pesar de no tener una incidencia masiva, merece toda la atención de la ciencia y de la sociedad. Porque en la discreción de ese órgano llamado páncreas se libra, demasiadas veces, una de las batallas más difíciles contra el cáncer.