Crónica
Los sabados de Lomana: Un princesa de Asturias para Carmen Thyssen
"Se lo merece por todo lo que ha hecho por la cultura en España. Ella nos regaló un tesoro cultural y turístico de primer nivel"
Hay semanas que nos dejan un poso de tristeza y reflexión. La muerte de Encarnita Polo, a quien tuve el privilegio de conocer en tantas veladas navideñas en casa de Cuqui Fierro, me ha conmovido profundamente. Encarnita era alegría pura, era ese «Paco, Paco, Paco» que se convirtió en himno festivo y que aún hoy nos arranca una sonrisa. Su partida, tan trágica, debería hacernos pensar en lo importante que es cuidar a nuestros mayores. Porque la dignidad en la última etapa de la vida no es un lujo, es un derecho… y no se puede dejar en manos de improvisaciones.
De la nostalgia y el «Paco, Paco, Paco» pasamos al desconcierto con Paqui, esposa de Santos Cerdán. Una auténtica «shopalcoholic» de El Corte Inglés que, según dicen, aparecía dada de alta en una empresa mientras cobraba una pensión por incapacidad permanente. ¡Qué arte! Una caradura de manual. Y, mientras tanto, los del PSOE ponían la mano en el fuego por Cerdán, por el fiscal general, por el hermano de Sánchez… hasta que el chiringuito empieza a tambalearse y no les queda otra que atacar al sistema judicial. Pero claro, cuando la Justicia se ocupa de la oposición, entonces sí les parece divina de la muerte. ¿En qué quedamos? La Justicia no es un complemento que se combina según el «outfit» del día: o vale para todos, o no vale para nadie.
La prensa comenta que la invalidez de Paqui se debe a un problema en el pie. Curioso, porque el otro día la vimos correr delante de las cámaras con más brío que una modelo en la pasarela Cibeles. Ni el célebre Carl Lewis podría seguirle el ritmo. Una escena que habla por sí sola.
En contraste con tanta mediocridad, esta semana tuve el placer de asistir a los Premios Mujer Hoy, acompañada de mi querido Baro Lucas. Su espíritu de superación es admirable, su creatividad desbordante, y su talento una inspiración constante. Qué necesario es rodearse de personas que elevan, que construyen, que aportan belleza. Porque, seamos sinceros, en un mundo lleno de Paquis, encontrarse con un Baro es como descubrir un diamante en el desierto.
Y hablando de admiración, no puedo dejar de mencionar a Tita Thyssen. Tita merece el Premio Princesa de Asturias por todo lo que ha hecho por la cultura en España. No tenía ninguna necesidad de traer la colección Thyssen a nuestro país; cualquier nación, incluso países árabes, habrían ofrecido el oro y el moro por tenerla. Y sin embargo, ella nos regaló un tesoro cultural y turístico de primer nivel. Basta con ver las exposiciones periódicas del museo: la maravillosa muestra de Jackson Pollock y Andy Warhol es un festín para los sentidos. Tita nos ha dado glamour, arte y prestigio… y eso no se paga ni con todos los petrodólares del Golfo.
En cuanto al Fiscal General del Estado, lo más revelador de su actuación es la dedicación obsesiva al caso de González Amador, pareja de nuestra presidenta Díaz Ayuso. ¿Habría puesto tanto empeño si se tratara de un ciudadano anónimo? Lo dudo. Este señor ha convertido un asunto ordinario en una cruzada personal, incluso en días festivos. Eso, más que cualquier indicio, es prueba de su parcialidad. Y lo digo con vergüenza, porque nuestra fiscalía debería ser ejemplo de rigor, no de sospecha. Y desde luego, menos drama y más justicia, que para tragedias ya tenemos las óperas de Puccini.