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Isabel Preysler y Carmen Martínez-Bordiú: una amistad casi indestructible

Celebran sus 68 años y una larga relación sin apenas baches.

Isabel Preysler y Carmen Martínez-Bordiú: una amistad casi indestructible
Isabel Preysler y Carmen Martínez-Bordiú: una amistad casi indestructiblelarazon

Celebran sus 68 años y una larga relación sin apenas baches.

Carmen Martínez-Bordiú cumplió 68 años el miércoles pasado y su amiga de toda la vida, Isabel Preysler, en febrero. Para festejar el cumpleaños su hijo Luis Alfonso le hizo un regalo público a través de su instagram. La felicitó por sus 58 años rebajando en una década su fecha de nacimiento. Una manera de mostrarle su cariño con sentido del humor. Al no ser una fecha redonda no hubo gran celebración, igual que sucedió en el caso de Isabel Preysler. Tanto «la reina de corazones» –como se ha conocido a Preysler– como la «Bordi» copyright del ex novio Luismi Rodríguez, dueño de Desguaces La Torre y actualmente pareja de Agatha Ruiz de la Prada, las dos damas eligieron la privacidad que dan las casas particulares. No hubo encuentro entre las amigas, que lo son desde que se conocieron a los 18 años, pero sí telefónico. Las amistades que las conocen de siempre las definen como «muy diferentes pero con una vida emocional muy parecida». A Carmen le importa poco lo que digan de ella. Es más impulsiva y ha vivido como ha querido. Isabel a su manera también lo ha hecho pero siempre mucho más pendiente del que dirán. Las dos dejaron a sus maridos cuando se enamoraron del siguiente y solaparon durante breve tiempo esas nuevas relaciones.

Ninguna de las dos ha mantenido vidas paralelas más allá del cambio que requiere afianzar un noviazgo. Se desenamoraban con la misma facilidad que encontraban al hombre de sus vidas (del momento). Entre otras cosas porque tenían a su favor ser mujeres independientes económicamente y eso marca la diferencia. En el caso de Preysler, siempre ha ganado más dinero que sus maridos, a excepción de Julio Iglesias. A Carmen, en cambio, Alfonso de Borbón, Jean Marie Rossi y Luismi Rodríguez la tuvieron como una reina. Federicci y José Campos le costaron dinero e incluso con éste último mantuvo un contencioso por un desajuste económico.

pactos no escritos

Entre ellas también hubo pactos no escritos de apoyos incondicionales. Más de Carmen hacia Isabel que a la inversa. Cuando Preysler, aún marquesa de Griñón, se enamora de Miguel Boyer, es la amiga quien les arropa en París, donde ella vivía. En cambio, a lo que nunca se acostumbró fue a la falta de puntualidad de la hoy novia de Vargas Llosa: «Es imposible quedar con ella y llegar a tiempo a los sitios. Por eso prefiero ir por mi cuenta», ha contado más de una vez como anécdota de sus vivencias compartidas. La amistad entre las dos no fue de la noche a la mañana. Preysler llegó a España con apenas 18 años, a casa de su tía Tessy Arrastia, que mantenía buena relación con la alta sociedad madrileña a través de los embajadores de Filipinas. Enseguida la niña Isabel se relacionó con el grupo de señoritas bien, cuya capitana era Carmen Martínez-Bordiú. Cuando ambas se casaron se hicieron inseparables. Los dos matrimonios vivían en el mismo edificio en la calle San Francisco de Sales. Los Cádiz en el cuarto y los Iglesias en el quinto. Las dos se habían casado muy jóvenes y por razones muy parecidas. Isabel embarazada y Carmen para huir de la tutela de su padre, el marqués de Villaverde, que la tuvo siempre a raya. Mientras los maridos viajaban, ellas se iban de compras, visitaban los salones de los grandes modistos, no se perdían cócteles privados o públicos y acudían a las discotecas de moda.

No hacían nada diferente a la vida que llevaban muchas damas de alta cuna. Como siempre, a Carmen le daba igual y a Isabel, no. Y eso que Julio ya demostraba que la fidelidad no formaba parte de su ADN. En cambio, las amigas sí han mantenido ese hilo rojo que cuenta la leyenda que es irrompible a lo largo de más de cuarenta años. La única vez en que estuvo a punto de romperse fue por un desencuentro televisivo de Carmen con Chábeli Iglesias.