Entrevista

Merche: «Me han hecho daño, pero quiero seguir creyendo en el amor»

La artista gaditana nos abre su corazón a punto de arrancar la gira que abre

con su single «Tengo fe»

Es una de nuestras artistas más queridas. Por su voz, sus canciones, su arrolladora personalidad. A sus 50 años, siente que la vida se ha ido rápido, pero por eso mismo quiere apurarla al máximo. Se siente con la energía de los 30 y con las mismas ganas de vivir. Desea, sobre todo, ver a su hija crecer. Merche regresa con una nueva gira y nos lo cuenta con gran ilusión.

¿En qué tiene fe?

En el ser humano, en la vida, en el amor con mayúsculas, pero el de verdad. No solo hablo del amor de pareja romántico, sino de la amistad, la familia, los amigos, la naturaleza, los niños… El amor que está en las buenas, pero sobre todo en las malas. Necesito agarrarme a esa fe y pensar que la gente es buena, aunque después la vida te dé algún que otro guantazo.

¿Es una mujer optimista?

Sí, me gusta serlo. Me tomo las partes malas de la vida con una sonrisa y con una enseñanza. Si no, te caes y te quedas lamiéndote las heridas, y no sirve para nada.

¿Con qué enseñanza se queda?

Las he tenido sobre todo en el amor, pero también en la amistad. Mis amigos desde chica siguen siendo los mismos, están ahí. Pero en el camino sí he vivido eso de estar en las buenas, y cuando llegan las malas, no hay nadie. Ahora tengo menos amigos, pero son de verdad y de calidad. De la profesión, no todos me fallaron, pero sí he sentido esa sensación de ausencia cuando más lo necesitaba. Todos en algún momento nos hemos llevado una decepción, ya sea en el amor o en la amistad.

En «Tengo fe» dice que nadie merece sus lágrimas. ¿Ha llorado mucho últimamente?

A ver, yo soy llorona de siempre, soy muy folclórica. Lo bueno lo disfruto muchísimo, pero cuando me pasa algo malo, lo sufro también mucho. Me permito el lujo de llorar bien llorada, pero al día siguiente soy otra persona. Me levanto y me quedo con la enseñanza, siempre resurjo. La vida, según pasan los años, te trae más problemas, pero está para ser felices, no para sufrir.

¿Ser madre es una preocupación constante?

Así es, y no te lo dicen. Yo pensaba que ser madre era preocuparse por los hijos cuando pasaba algo malo, pero qué va, estás preocupada toda la vida. Ser madre da mucha felicidad, pero esa preocupación existe desde que te levantas hasta que te duermes.

¿Tiene algún ritual antes de salir al escenario?

Nunca he sido muy supersticiosa, pero en ese momento sí me acuerdo mucho de mi padre, de Pablo, el protagonista de mi tema «Eras tú», de mi abuela… De toda mi gente de arriba que no está conmigo, y a lo largo del concierto los tengo muy presentes.

¿Es la nostalgia la fuente de inspiración más potente?

Puede, igual que el desamor. Cuando mi padre falleció le hice una canción que grabé en mi casa y produje yo. En esa canción se escucha el dolor. Para mí fue una forma de aceptarlo. Solo la canté una vez y nunca más la he vuelto a cantar, porque me remueve mucho. Pero no creo que la melancolía, el desamor o el dolor inspiren más que los momentos felices. Es bonito cantar a la alegría.

Confiesa que ha errado mucho en el amor. ¿Aún cree en él?

He querido mucho y me he sentido muy querida, y me han hecho daño y he hecho daño, aunque sea sin intención. Pero quiero seguir creyendo en el amor.