Crónica
Los sábados de Lomana: La enérgica Polakov
Sylvia Polakov fue un personaje y una mujer arrolladora, difícil y muy bella. La gran fotógrafa de la sociedad y la movida madrileña. Se llamaba Silvia pero todos la llamábamos «La Polakov».
Era arrogante y descarada. Tenías una sesión de fotos con ella y te dejaba liquidada porque, al contrario de lo que hace un fotógrafo, ella te sacaba todos tus defectos, que si el pelo, el «make up», tu cara o tus manos... Conozco gente que terminó llorando en más de una sesión o «shooting» de moda. Te ponía al límite y el resultado eran unas fotos únicas. Nadie como ella era capaz de sacar tu alma, tu esencia y embellecerte. Un retrato de ella se distinguía de todos por algo intangible, pero real. En una foto quería trasmitir tu vida. Nunca te daba confianza y le gustaba mantener una distancia. Entonces disparaba. Extrañamente el resultado era fantástico.
La primera vez que vi sus fotos fue en casa de mi amiga Susi Limberg, que era su musa, y quedé fascinada. Eran fantásticas. Nos presentaron una noche, no recuerdo dónde. Hacía poco tiempo que yo había llegado a Madrid; ella era un torrente de palabras de ideas, como si quisiese trasmitirte toda la información de un momento y también de su vida. Te dejaba agotada y asombrada ante tanta energía. Decidí que me hiciese un retrato después de insistirme. Llegó a mi casa una mañana para tomar posiciones y hacerse una idea de lo que podíamos hacer. Normalmente soy una persona con bastante seguridad, pero ella me descoloco, seguramente tenía razón, pero yo no quería un retrato disfrazada de mí. Me despeinó, los ojos los quería más marcados, con más intensidad de lápiz oscuro... Llegó a hartarme de tal forma que decidí que me dejase en paz y que no quería ninguna foto suya. No estaba acostumbrada a que se le rebelasen. Era terriblemente autoritaria, así que la foto no se hizo. Con el tiempo nos quisimos mucho, pero nunca más hablé de de ese momento «foto frustrada» y tengo que reconocer que me arrepiento de no tener un buen retrato suyo.
La mejor foto de la Reina Sofía la hizo ella. También hubo tensión, pues no le gustaba cuánto movía las manos la Emérita. El resultado fue precioso: trasmite un momento de relax, con una postura de brazos difícil de ver en los retratos reales siempre muy hieráticos y estereotipados. La Reina sonríe relajada, imagino que pensando: ¡qué paciencia he tenido! Y en ese preciso instante hizo «click» la cámara.
Hubo un tiempo en el que Madrid era la opción. El mejor lugar del mundo para pasarlo bien. Londres, París , Nueva York parecían lugares decadentes. Nuestra bandera era la libertad, la ciudad llena de gente guapa y sin complejos hasta la madrugada. A eso se le llamó «La Movida» y la lente de Silvia estaba ahí retratándola: sus calles y la jet set del momento, bastante más divertida y sofisticada que la actual se moría por una foto suya.
Acabo de encontrar un momento de una noche que ya había olvidado y fue única. Eran fotos sacadas de una fiesta loca para la revista Vogue, Polakov aparece en una esquina con sus gafas oscuras y cámara en mano. Es evocadora. Un montón de recuerdos se han venido a mi cabeza. Terminemos al amanecer bañándonos en la piscina casi desnudos. Sin duda éramos más felices y desinhibidos.
Silvia Polakov ha fallecido esta semana. Padecía Alzheimer desde hace algo más de un año. Fue fulminante. Se olvidó hasta de ella misma. Querida Silvia, descansa en Paz. Volveremos a vernos y desde donde estés tu energía seguirás observándonos.
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