Opinión

El diario de Amilibia: "La chulería también se contagia"

España es un país para ser contado desde la patafísica por Arrabal, Dalí y las greguerías de Ramón Gómez de la Serna

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès
El presidente de la Generalitat, Pere AragonèsAgencia EFE

Hace muchos años le hice aFernando Arrabal una tortilla de patatas en su casa de París. Estaba con él Jean Chalon, crítico literario de «Le Figaro», fervoroso de Lola Flores y lo español. En la sobremesa, bien regada de vino, Fernando trató de explicarme qué era la patafísica. No entendí nada, pero sí alcancé a intuir que su esencia estaba precisamente en no entender nada: por algo es la ciencia surrealista y paródica del absurdo y lo inútil.

España es un país para ser contado desde la patafísica por Arrabal, Dalí y las greguerías de Ramón Gómez de la Serna, quizá también por Gutiérrez Solana, que además de pintar escribía muy bien. Arrabal anda ahora por aquí para presentar su novela «Un gozo para siempre» (Libros del Innombrable), dedicada a una monja. No a la tía de Feijóo, sino a la que tantas cosas le enseñó en su infancia de Ciudad Rodrigo. Y ha dicho mi buen Fernando entre otras cosas: «Me arrebata y me embruja España, aunque hoy parece un combate de boxeo entre paralíticos». Gran imagen. Yo añadiría, porque soy muy de añadir, que también entre bajitos. Ahí tienen a Aragonès, bajito él, que llega al Senado, suelta un cuesco y se va sin escuchar a nadie. Pedo que, de tan repetido, ya ni huele. Quizá un día pensó Pere que, como todo se contagia menos la hermosura, de tanto rozarse con Él al menos se le pegaría algo de su estatura (física), pero no: el socio solo le ha pegado la chulería.

Cuentan que a veces, por las noches, en el Palau se oye su lamento patafísico con sor Lucía Caram a la dulzaina «Quisiera ser tan alto como la Luna, ay, ay, para ver los soldados de Cataluña, ay, ay…»