Opinión
El diario de Amilibia: Urtasun quiere más Franco
El rojerío resucita al Caudillo cada rato como el cine vuelve y vuelve a Frankenstein y Drácula (véase la cartelera)
El 50 aniversario de la muerte de Franco está dejando un reguero inagotable de superproducciones conmemorativas ideales para solapar todo lo que hay y lo que se avecina. Y bastantes chorradas. Una que puntuaría muy alto sería la dicha por el ministro de Cultura, Urtasun: «Se habla poco de Franco». Pero si se habla más del dictador extinto que de Rosalía, si está hasta en los programas del corazón y, según las lenguas viperinas, hasta en las investigaciones de Leire Díez, empeñada ahora en indagar para sus libros periodísticos si realmente está muerto o si todo fue un montaje como la llegada del hombre a la Luna (eso cree ella) y en realidad lo tienen criogenizado en una cámara metálica a 200 grados bajo cero, a la espera de que Tezanos nos cuente que el 90% de la ciudadanía prefiere una dictadura a la democracia para resucitarlo en un frenesí de yugos y flechas y caras al sol con la camisa nueva. El rojerío resucita al Caudillo cada rato como el cine vuelve y vuelve a Frankenstein y Drácula (véase la cartelera).
Leo: «Accidentada misa ‘‘in memoriam’’ de Franco. No hubo presencia policial, pero sí manifestantes desnudas». Las chicas del Femen sienten la misma pasión por el estriptis que aquellas de la Sección Femenina por los bailes regionales. Mujeres desnudas capaces de resucitar a un muerto, pero no para resucitar precisamente a este muerto, poder exclusivo del Apolo de la Moncloa. El rojerío todavía ignora que el Excelentísimo no era un tipo que destacara precisamente por su pasión erótica-festiva, incluso antaño se comentó que su única hija, Carmencita, nació por milagrosa intercesión de la mano incorrupta de Santa Teresa que tenía en su dormitorio. No lo resucitaría ni la Pedroche dando las campanadas en bolas. El Apolo, siempre que lo vea conveniente.