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Entrevista

Martín Varsavsky, magnate y oráculo de los milmillonarios: «Deseo que venga un Milei a España»

Descubrimos el lado más humano de este empresario tecnológico, dueño de las clínicas «Fertility» y amigo de Elon Musk al que cada vez más gente recurre como consejero capaz de advertir lo que está por venir. Vive en Madrid (por ahora)

aseo en bici por las calles de Madrid de Martín Varsavsky y su tercera mujer, Nina Wiegand. Gtres

Visionario, disruptivo, enérgico, emprendedor de raza y brillante, Martín Varsavsky (Buenos Aires, 1960) es uno de esos empresarios tecnológicos que se han hecho con el poder blando que dominará un mundo que ellos mismos están creando desde cero y con una nueva humanidad. Tiene hilo directo con Jeff Bezos y es amigo de Elon Musk, aunque no alcanza su fortuna estimada por Forbes en 300 millones de dólares. Unos acuden a él como ese oráculo de Delfos con respuesta para todo y otros vierten sobre su cabeza juicios apresurados. Vive en Madrid, pero ha encontrado en su Argentina natal el ombligo al que volverá en caso de catástrofe. Adorado u odiado, sigue creyendo en ese punto azul pálido, nuestro frágil planeta, en la inmensidad del universo que tan bien le enseñó a amar su padre, el astrónomo Carlos Varsavsky.

¿Qué recuerda de aquel niño nacido en Buenos Aires en 1960?

Fue una infancia difícil, marcada por el deterioro constante de la Argentina. Un deterioro de la economía y la democracia. Era un país muy rico y en los 70 decayó en un desastre por la dictadura y la guerra civil, con una violencia muy fuerte, primero desde la izquierda y después por la derecha. Era como una mini guerra civil española en la que no había buenos y malos, sino malos y malos. A mi padre lo secuestró la izquierda y a mi primo lo asesinó la derecha. En los sesenta, mi padre creó el Instituto Argentino de Radioastronomía y el Radiotelescopio convenciendo a los norteamericanos de que el hemisferio sur era perfecto para ver una parte del universo oculta desde el hemisferio norte.

¿Su espíritu emprendedor es herencia de su abuela Ora?

Ella tenía una galería de arte. Era la emprendedora de una familia de académicos. Mi formación es muy científica y médi ca, pero con los tres pilares que requiere el emprendimiento tecnológico: ciencia, diseño y negocios.

¿España castiga la ambición?

Es un mal muy español, como la envidia, el deseo de que a nadie le vaya mejor o no destacar. El espíritu español va en contra de la filosofía emprendedora, de ser líder, de llevar a los demás a un sitio exitoso. El líder es una persona que hace que a sus seguidores les vaya bien. Un líder como Moisés, que sacaba al pueblo de la esclavitud y lo llevaba a la libertad y a la prosperidad, no habría sido español.

La carrera de los multimillonarios por conquistar el espacio contrasta con la vulnerabilidad en la que nos deja un apagón o la picadura letal de un mosquito.

Soy hijo de astrónomo y, personalmente, me interesa mucho el universo y conozco a Jeff Bezos y a Elon Musk, pero en la conquista del espacio creo que lo mejor es enviar robots, inteligencia artificial y radiotelescopios. Se puede explorar bien sin necesidad de ir.

Martín VarsavskyGtres

Elon Musk es padre de 14 hijos; usted, de siete. ¿Es un pacto con la especie humana?

Ser padre es lo mejor que me ha pasado. Siempre quise ser padre, pero no pensé que tendría tantos. Todos fueron bienvenidos y amados. Educar a niños es una inversión con un enorme retorno en cuanto a aprendizaje. Somos una familia apasionada de la ciencia y nuestras conversaciones son como un aula para mí. Los mayores tienen sus parejas y los veo felices. Tengo ya mi primera nieta y vendrán más. El menor de mis hijos tiene ocho años y me divierto muchísimo con él. Cada uno tiene sus talentos y son brillantes. De los más pequeños, mi hija Mía, de 13 años, es la no tecnóloga. Es muy lectora y muy dada a las letras, como su tía, Paula Varsavsky, mi hermana, autora de la gran novela «Nadie alzaba la voz», inspirada en la historia de nuestra familia. Ahí se puede ver lo difícil que fue la infancia que compartimos.

¿Quién es Elon Musk, más allá de su aparente excentricidad?

Le conocí en 2006, en la casa de Sergey Brin (cofundador de Google), y desde entonces tenemos contacto, últimamente más. Es la persona más brillante que he conocido en mi vida, el mejor emprendedor del mundo. No solo porque es el más rico, sino por cómo gana su dinero, que es haciendo cosas que no existen cuando él las empieza. Como SpaceX, Tesla, los robots humanoides o Neuralink. Es un genio adaptando la ciencia a la empresa.

¿Y políticamente?

Estoy muy de acuerdo con él. Quiere reducir el despilfarro y el gasto público. También quiero y apoyo a Javier Milei y deseo que llegue a España un Milei. No un Trump, sino un Milei, que representa la derecha libertaria frente a la derecha nacionalista del estadounidense. Elon Musk admira a Milei e imitó la motosierra que después le regaló.

Su refugio en Mendoza es inquietante. ¿Hay amenaza real?

La compra tiene que ver con Argentina en general, no solo con el refugio. Somos una familia judía, de los poquísimos que hay en España. Unos 20.000 de 48 millones. Por cierto, tenemos más antisemitismo que judíos. No se dan cuenta de que en Europa había más de diez millones de judíos antes del Holocausto y ahora hay solo un millón. Durante el Holocausto y la Segunda Guerra Mundial, las familias judías argentinas tuvieron una vida normal. Ahora estamos en el principio de la Tercera Guerra Mundial. La guerra de Rusia y Ucrania se está transformando en un conflicto mundial, pero muy poca gente en España lo entiende. También puede ocurrir que China tomando Taiwán lo precipite. Será una guerra nuclear con 12.000 cabezas nucleares, cada una cien veces más potente que Hiroshima y Nagasaki. Tenemos submarinos nucleares con capacidad de destruir Europa tal y como la conocemos. No es absurdo pensar que Argentina pueda ser un refugio.

¿No es entonces un capricho loco de multimillonario?

Para mí es cuerdo tener un refugio. Pero la historia de la humanidad prueba que la paz es la excepción y la guerra la norma. La prensa se equivoca al llamarlo búnker. Es un campo, una finca con agua, paneles solares, baterías… todo lo que me sirvió en Madrid para que mi familia no sufriese el apagón. Es un ambiente preparacionista, no es lo que conocemos como un búnker.

Wamani, el santuario de 32.000 hectáreas para sobrevivir a una hecatombe nuclear

Dice un proverbio bíblico que el hombre prudente se aparta al ver el peligro; el imprudente sigue adelante y sufre las consecuencias. Martín Varsavsky es una sabia combinación y sabe demasiado como para quedarse a la intemperie. Conoce el riesgo de una guerra que, a todas luces, será nuclear, y ha encontrado el lugar donde poner a salvo a su numerosa familia y a su gente. No es ese búnker que le sacan a relucir con sorna o malicia, sino una tierra árida en la región de Mendoza, Argentina, de más de 32.000 hectáreas donde ha encontrado las condiciones de seguridad idóneas para sobrevivir. Wamani, así se llama, está a 3.100 metros de altura y a 150 kilómetros de la ciudad más próxima. Aunque esté en medio de la nada, lo ha recorrido ya en varias ocasiones explorando y proyectando un paraíso, un espectacular Valhalla habitado por las nuevas deidades tecnológicas que se salvarían de morir de hambre, explosión o radiación. «No solo Wamani es un refugio contra la Tercera Guerra Mundial –indica–, toda Argentina».

Los 300.000 hijos de Varsavsky y los 14 de Musk

La imparable caída de la natalidad es un cordón umbilical que ata a Elon Musk y Martin Varsavsky (en las imágenes, en la portada de «Forbes»). Con una sutil diferencia numérica: el fundador de Tesla, que no consigue conciliar el sueño por la falta de relevo generacional, aporta a la causa 14 hijos nacidos de cuatro madres diferentes. Martín, padre de siete, ha ayudado a traer al mundo más de 300.000 bebés a través de la cadena de clínicas Fertility, que él fundó y preside. También fabrica medicamentos para la fertilidad y equipos para los laboratorios de embriología. Ayudar a la gente a tener bebés es su trabajo prioritario. Frente a quienes le acusan de catastrofista, dice que «se puede ser optimista y preparacionista a la vez», lo que es un alivio.