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La Fura dels Baus abre en canal a Shakespeare

Los fureros llegan al Canal con el montaje «Degustación de Titus Andronicus», sin duda la tragedia más caníbal y gore del inglés. Y con ellos, los menús de Mugaritz. 

Brazo de Romano. Algunos de los platos servidos a los comensales juegan con las muertes de Quirón y Demetrio
Brazo de Romano. Algunos de los platos servidos a los comensales juegan con las muertes de Quirón y Demetriolarazon

Conviene derrumbar mitos: George A. Romero no es el padre del «gore». Seguramente el origen de la afición por la casquería pueda rastrearse hasta los argumentos de Sófocles o Esquilo, en los ojos arrancados de Edipo o en la hija degollada por Agamenón. Aunque unos cuantos siglos después de los clásicos griegos, un joven autor llamado Shakespeare reinventó el género cuando se dio un festín de sangre en la tragedia romana «Titus Andronicus». Manos amputadas, cabezas cortadas, hermanos troceados y servidos como banquete... El bueno de don Guillermo se quedó a gusto. Llevada mil veces a la escena y algunas al cine, nadie había intuido las posibilidades culinarias de la historia hasta que unos tipos que atienden por el sobrenombre de fureros y que llevan tres décadas montándola en los escenarios españoles se olieron lo que la cosa daba de sí.

«Degustación de Titus Andrónicus» se estrenó el pasado verano en el Festival de Almagro. Allí ocupó la nave diáfana de la Antigua Universidad Renacentista. Ahora llega a los Teatros del Canal, un espacio más reducido y cuadrado en vez de rectangular. Esto no es detalle menor. En una propuesta en la que no existe caja escénica y en la que los actores van y vienen por todo el escenario, con el público a su alrededor, de pie, teniendo que moverse para no ser arrollado –que no cunda el pánico, tienen cuidado y aún no ha ocurrido–, dónde se desarrolla la obra es importante. «En el Canal estamos muy bien, tiene las medidas perfectas. Entra menos gente, pero será más contundente que en Almagro, porque es todo más estrecho y esa cercanía ayuda a un montaje como éste», explica el director del espectáculo, Pep Gatell. «Hay mucho pequeño detalle, cosas que pasan desapercibidas en un espacio mayor si están más lejos».

Entre esos detalles que, según Gatell, se apreciarán mejor en Madrid, están las bandejas con extrañas tapas que el público puede catar durante la representación. Y es que lo de «degustación» no es un mero título: la Fura se mete entre fogones en este montaje, que han creado al alimón con los chefs del restaurante Mugaritz. Así, mientras la tragedia de Shakespeare se va desarrollando y llega a su cénit sangriento, los cocineros de la casa vasca, poseedora de dos estrellas Michelin, con el emblemático fundador Andoni Luis Aduriz al frente, van preparando un menú a la vista del público.

Una punta de lanza
Al final del montaje, además, 30 espectadores son invitados a la degustación completa, es decir, a sentarse a comer los platos preparados durante la función. Para ser un elegido hay que apuntarse previamente en www.furatitus.com, donde se realiza una sencilla prueba («un quién es quién de los personajes de la obra sin dificultad, porque la propia página lo va diciendo», aclara Gatell). Quienes se apuntan entran en un sorteo. La Fura se pone luego en contacto con los seleccionados y les entrega una simbólica punta de lanza que será su pasaporte al mundo gastronómico de Mugaritz, uno de los restaurantes mejores y más creativos de España.

Este «Titus» nace, «primero, por las ganas que teníamos de hacer algo con comida. Nos perturbaba la posibilidad de jugar con ella en un espacio escénico. Y el título nos lo puso en bandeja: toda la estructura dramática de la obra nos ayuda a emplear la gastronomía». Así que, aunque nunca había comido allí, Gatell y otros fureros contactaron con Aduriz. «Fui un día a ver si estaban interesados y alucinaron de que La Fura les propusiera algo así. Todos estábamos nerviosos». Luego fueron nueve meses de preparación conjunta. Asegura, Gatell que «ahora somos colegas de verdad».

«Titus Andronicus», escrita por Shakespeare en 1593 –tenía 29 años y está considerada su primera tragedia–, es quizá la más violenta de sus obras. El general romano triunfante que da nombre a la misma ajusticia al hijo de la reina bárbara Tamora, que ha sido capturada. Su suerte cambia cuando el emperador la toma por esposa y ésta empieza a tener el camino allanado para su venganza. Primero se la cobrará mediante sus hijos Quirón y Demetrio, que violan y mutilan a Lavinia, hija de Titus. La venganza es una daga de doble filo, y el militar dará el siguiente golpe, convirtiendo a los dos en pedazos de carne que hará comer a su ignorante madre. «Es una obra muy tierna, en el sentido de que fue la primera, y esa juventud se nota: los personajes no tienen tonos grises, todo pasa rápido, conoces a Titus y en seguida han matado a su hija. Todo es blanco o negro. El último acto es apoteósico: muere hasta el apuntador. Tiene una retórica dramática que nos va mucho».

Esa espiral de brutalidad y antropofagia les sirve a los fureros para potenciar los guiños gastronómicos de su propuesta, en la que juegan con los sentidos. «Los olores son cabrones –bromea Gatell–, entran en tu memoria y te llevan a momentos pasados. El texto articulaba un tempo teatral. Y nos gustaba que los olores fueran a otro ritmo». La otra marca del montaje es lo que ya se conoce como «lenguaje furero»: velocidad, actores entremezclados con el público, maquinarias futuristas, proyecciones... En esta «Degustación» habrá vehículos enormes que parecen sacados de «Mad Max» y espigadas tribunas que se deslizan desde las que los patricios lanzan sus arengas, trasladándose entre el respetable de un lado a otro. Todo esto remite a los comienzos de La Fura. «Lo llevamos en el ADN, no sabemos hacer otra cosa», dice con sinceridad Gatell. No es poco, si se añaden otros «planetas» del universo de La Fura como la música atronadora y cuidados audiovisuales. «Eso es lo bueno de La Fura: que nos metemos en berenjenales. Y eso nos da riqueza».

Primer plato
Aunque nunca había comido antes en Mugaritz, Pep Gatell y otros fureros se pusieron un buen día en contacto con Aduriz. Era sólo cuestión de tiempo el que se conocieran. «Fui un día a ver si estaban interesados, y alucinaron de que La Fura les propusiera algo así. Por ambos lados estábamos nerviosos», recuerda el creador. Luego fueron nueve meses de preparación conjunta. Asegura Gatell, casi con la servilleta prendida de la pechera, que «ahora somos colegas de verdad».

l DÓNDE: Teatros del Canal. Madrid.
l CUÁNDO: del 2 al 19 de diciembre
l CUÁNtO: 18 euros. Tlf. 91 308 99 50