Artistas

Vuelve el Saura más jondo

Quince años después de retratar a toda una generación de cantaores y bailaores en el imprescindible documental –llamémoslo así por simplificar– «Flamenco» (1995), Carlos Saura se vuelve a poner el traje del cineasta que mejor conoce el arte más español y lo hace con una continuación, «Flamenco, flamenco», que sigue el mismo esquema de aquél

Saura junto a José Mercé
Saura junto a José Mercélarazon

Un número tras otro a modo de muestrario en una concepción teatral del documental, esta vez con pantallas que son cuadros de temática flamenca o andaluza de Romero de Torres, Zuloaga, Durero... Un puñado de nuevos rostros, de Farruquito a Rocío Molina e Israel Galván, de Estrella Morente a Arcángel y Miguel Poveda, comparten pantalla con los veteranos José Mercé, Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar o, a medio camino generacional, Sara Baras, Dorantes, Yerbabuena...

 El ruido y la furia

«Es una generacion fantástica que yo desconocía un poco», cuenta el director. «La sensación que tengo siempre es la vitalidad del flamenco. Te das cuenta de que no se va a quedar como siempre, de que hay artistas que están innovando, siguiendo caminos distintos, haciendo una fusión muy inteligente, sin perder las raíces del flamenco, sino apoyándose en ellas. Hay artistas estupendos que están abriendo el campo del flamenco al futuro».

Cuenta que le ha sorprendido Farruquito, que aparecía como un niño en «Flamenco» –su abuelo, Farruco, le daba el testigo artístico– y aquí es ya todo un bailaor que a su vez abre otra puerta: aparece su hermano El Carpeta, un mocoso de taconeo chulesco. O Rocío Molina, incorrecta en un lentísimo y políticamente incorrecto garrotín «con cigarro en la boca» . «De Israel Galván, por ejemplo, había oído muchas cosas, pero no lo había visto nunca», cuenta Saura.

Cree el cineasta que «la primera era más dura de ver. Pero fue un éxito mundial y, sobre todo, permanece. Estas películas no son sólo para hoy. Quien quiera saber algo sobre los artistas del flamenco, los tiene ahí. Era más difícil abrir el campo entonces, ahora hay más gente a la que le interesa el flamenco y todo el mundo está más abierto».

En cuanto a las posibles reticencias frente a películas como ésta, tiene claro que «he oído tonterías del estilo de que no se puede llevar la ópera al cine, cuando estrené "Io, Don Giovanni". Al cine se puede llevar todo. Una película puede estar basada en una pintura o una ópera, los compartimentos estancos son algo de los años 50 o 60, cosa de críticos que se han quedado anquilosados y les gusta un cine costumbrista muy básico». Y cree que ésta es «una pequeña película para un público determinado, pero que puede tener espectadores en el mundo entero. Ya pasó con "Flamenco". Y me parece bien, el flamenco es lo mejor que tenemos en este país».