
La Habana
Respiro en la tormenta por Enrique Miguel RODRÍGUEZ

Al menos eso es lo que el primer día de verano nos ha traído. La prima está quietecita, el dinero parece que va a llegar a los bancos; al resto sólo Dios, el Gobierno y Europa dirán. Grecia va por la buena vía y según otros signos parece que afloran esperanzas. Esperemos que todo esto dure, que mejore, así que podemos volver a lo cotidiano, envidia, puñaladitas, roturas de piños y otras actividades sociales para tiempos de bonanzas. Para empezar, no sé si el nombramiento como abanderado de la delegación española en la Olimpiada, concedido a Rafael Nadal, es un honor o un castigo, porque tener que hacerlo con el uniforme más horrendo que nadie se haya puesto en ninguna cita deportiva tiene su miga. Al marqués del fútbol, claro está, me refiero a Del Bosque, el zarpazo de la pertinaz envidia le está dando guerra. Ni ganando los partidos se libra de críticas malignas. Y es que el cariño y el reconocimiento en España no duran demasiado. Llegar a lo más alto haciéndolo con educación y sencillez y si, además, el Rey te hace marqués es algo imposible de digerir para los que sufren el primer mal nacional. También tiene una segunda hipoteca el seleccionador. Si se llegara a la final con Alemania, ¿sería prudente ganarle en las actuales circunstancias, poniendo a la Merkel en estado de cabreo nibelungo, y pagando los goles encajados la economía española? Esperemos que Grecia sume a sus odiseas la de dejar fuera de los caminos del balón al poderoso equipo alemán. Para el final, una atención a la tierra en que vivo. Desconozco las leyes que asisten a la Junta de Andalucía para poner pegas al Ayuntamiento. Para mí es claro que dar salida a la ruina que es el edificio de la Gavidia es urgentísimo y cualquier cosa que se haga será mejor que ese bochorno que sufrimos los sevillanos y los visitantes al llegar a la citada plaza y encontrarnos con un edificio que más parece por su deterioro de La Habana que de Sevilla.
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