La Habana

«Txapote» creía que el asesinato sería bueno para los fines de ETA

La Razón
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Madrid-«Las consecuencias de estas acciones se ven a un año vista». Javier García Gaztelu, «Txapote», asesino de MiguelÁngel Blanco, respondió de esta manera a un colaborador de su «comando», cuando éste le comentó la respuesta popular que había producido el crimen. No estaba arrepentido (tampoco lo está ahora) y creía, dentro de su fanatismo, que el atentado serviría para los fines de la banda. De hecho, meses después, ETA y el PNV firmaban el «Pacto de Lizarra». «Txapote» ha sido, junto con Juan Lasa Michelena», «Txikierdi», uno de los mejores (peores para sus víctimas) jefes de «comandos» de ETA. Gozaba de un gran «prestigio» entre los pistoleros de la banda, ya que era de los que habían «dado la cara» por su pertenencia a varias células, con las que había perpetrado numerosos atentados, entre ellos el del secuestro y asesinato del concejal de Ermua.

Fiel a su condición de pistolero sin escrúpulos, en el momento de su arresto, en febrero de 2001, en la localidad francesa de Anglet, cuando tomaba el sol y un café en la terraza de una cafetería, iba armado con una Herstal, ya montada con una bala en la recámara. Curiosamente el establecimiento llevaba el nombre de la ciudad de La Habana, capital de la dictadura comunista, tomada como ejemplo por ETA de una futura Euskadi socialista. Tras la detención de José Javier Arizcuren «Kantauri», en París, en 1999, en pleno alto el fuego, se había hecho cargo de los «comandos» y de marcarles los objetivos. Entre otras células, dirigió las de Madrid y Vizcaya, aunque la lista supera la veintena.