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La «juventú» por María José Navarro

La Fundación BBVA ha sacado un estudio que compara estudiantes españoles y extranjeros. Normalmente estas cosas dicen que los alumnos españoles, sean de parvulario o de doctorado, son los más brutos de Europa. Los que peor suman, los que peor escriben, los únicos que creen que la propiedad asociativa relaciona centrocampistas con delanteros

Ramoncín es uno de los mayores defensores del canon digital
Ramoncín es uno de los mayores defensores del canon digitallarazon

Esta vez el estudio no valora conocimientos, sino ciertos hábitos de vida, lo que no sé si es peor. Según el estudio, siete de cada diez estudiantes universitarios españoles viven con sus padres, y son éstos los que cargan con sus gastos. En otros países no pasa lo mismo; más del 90% de los suecos (cómo no) vive fuera del hogar familiar, mientras que ingleses, alemanes y rubios en general se costean los añitos universitarios con becas y trabajos, empleando en generar riqueza un tiempo tristemente robado al mus.

Los españoles eligen carrera según lo cerca que esté la facultad de su domicilio, dejando la otrora admirada vocación a la altura del betún. Eso sí, curiosamente los estudiantes españoles valoran positivamente el proceso de Bolonia por ofrecer éste oportunidades de movilidad. La conclusión es por tanto clara: a estudiar cerquita de casa, a mesa puesta y pidiendo paga, y si cae un añito por ahí de Erasmus pagado, bingo. ¿Y qué hacen los estudiantes en casa? Hay un dato esclarecedor: españoles e italianos son los que ven más aceptable las nobles disciplinas del pirateo de música y películas, el plagio a la hora de hacer trabajos y el copieteo en exámenes.

Los estudiantes refrendan una verdad nacional: más vale ser vago y listillo que creativo y currante. Una imagina al estudiante patrio en pantuflas en su sofá, con un angelito con cara de Ramoncín en un hombro y un diablillo con cara de Ana Rosa Quintana en el otro, pasando un calvario. Trabaja, gandul, inventa algo, aporta algo a la sociedad, dice el angelito. Bah, pa qué, que invente otro, si total nadie se entera y además se está mucho mejor aquí tumbado, dice el diablillo. Parece que el estudiante español suele hacer caso al diablillo y, mientras, pide a su madre que cuaje más la tortilla. Y se enfada el Querubín Ramoncín y, con razón, dice aquello de «hombre, ya que te quedas tumbado, al menos paga algo al que hizo el trabajo por ti».

No es fácil pasar el mensaje adecuado en una sociedad acostumbrada a lo contrario, pero tampoco debería ser difícil pasarlo un poco mejor. Amigos de la SGAE, tienen Vds trabajo por delante. Y algo de autocrítica que realizar.