Ginebra

Viajes en el tiempo: el reto de averiguar cómo lograrlo

Escapar del presente, conocer el futuro o vivir en el Renacimiento. Aunque la tecnología para conseguirlo aún está en pañales, los teóricos insisten en que no hay ninguna ley física conocida que lo impida y que comprar un billete con destino a otra época podría ser ya sólo «una cuestión de tiempo» 

Viajes en el tiempo: el reto de averiguar cómo lograrlo
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Al igual que los primeros exploradores se embarcaron en busca de nuevos lugares o los astronautas sueñan con conocer otros planetas, el ser humano siempre ha sentido una gran curiosidad por viajar a otros tiempos. En este afán compartido, cada cual tiene sus metas, que van desde la necesidad de volver a ver a un ser querido hasta ser el primero en apuntar los números ganadores de la bonoloto o vivir una aventura similar a la de los protagonistas de la serie «Perdidos».

Aunque los avances tecnológicos aún son insuficientes, la física actual parece no ponerle pegas a la posibilidad de que, algún día, se pueda atravesar el espacio-tiempo. Esto es así desde que, a principios del siglo XX, Albert Einstein rompiera la baraja de los antiguos conceptos y demostrara que espacio y tiempo son conceptos elásticos y relativos.Según el profesor de la Universidad de California (EE UU) Craig Callender, investigador experto en Filosofía de la Ciencia y de la Física consultado por este semanario, «en principio, sería posible viajar en el tiempo, tanto al pasado como al futuro, porque las leyes de la naturaleza, tal y como las entendemos en la actualidad, permiten esa posibilidad».

«Siguiendo este razonamiento –apunta–, sería posible construir una máquina capaz de crear atajos en el espacio-tiempo. El verdadero reto se halla en averiguar cómo conseguirlo». Para el profesor Callender, el proyecto con mejores perspectivas para avanzar en este campo es la puesta en marcha, en Ginebra, de la denominada máquina del «Big-Bang», que podría desvelar importantes claves sobre la estructura de la materia y las dimensiones de la realidad.Mientras llegan los descubrimientos, la teoría sobre cómo viajar en el tiempo que cuenta con más seguidores es la que apuesta por los llamados «agujeros de gusano». Se trata de proyectar una especie de «túneles» que servirían como «atajos» para conectar dos instantes diferentes de la historia. Sus defensores aseguran que se podrían construir con una tecnología similar a la que se emplea en estos momentos para acelerar partículas a velocidades cercanas a la de la luz.

Una vez creado el túnel mediante la aceleración de partículas a la velocidad de la luz, lo más difícil aún no habría hecho más que empezar. Según explica Mario Toboso, especialista en viajes temporales del Instituto de Filosofía del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en ese momento los encargados de crear estas vías tendrían «que arrastrar uno de sus accesos hasta un lugar en el que la fuerza de la gravedad fuese muy intensa –por ejemplo, cerca de una estrella de neutrones– y que esta potente energía ralentizara el tiempo en dicho acceso, de manera que, por el efecto de dilatación, se acumulara una diferencia temporal entre su entrada y su salida».Principales obstáculos«En una estrella de neutrones –explica Toboso– la gravedad adquiere tal intensidad que el tiempo allí se retrasa un 30 por ciento respecto al tiempo medido en la tierra. De hecho, la máxima distorsión posible del tiempo se da en la superficie de los agujeros negros. Allí el tiempo, literalmente, se detiene respecto a un observador externo». En resumen y a modo de ejemplo, «si la diferencia de tiempo acumulada en un extremo del agujero de gusano fuese, digamos, de unos diez años, un astronauta que lo atravesase en una dirección saltaría diez años hacia el futuro, mientras que otro que lo hiciera en la dirección opuesta, saltaría diez años hacia el pasado».

A la dificultad de encontrar una estrella de neutrones y arrastrar hasta ella el citado agujero, se uniría el hecho de que, según las teorías expuestas por los científicos, estos «portales» espacio-temporales podrían ser «altamente inestables» y «extraordinariamente pequeños». Además, para mantenerlo abierto, se necesitará «materia oscura», una energía negativa capaz de generar una fuerza antigravitatoria suficiente como para hacer del túnel un espacio transitable. La buena noticia es que ya se ha conseguido producir energía negativa en el laboratorio. La mala es que, en opinión de Emilio J. García, del Instituto de Astrofísica del CSIC, «con la actual tecnología, se requerirían más años de los que tiene el universo para acumular la suficiente energía negativa –equivalente a la masa de Júpiter– para mantener abierto un agujero de un metro de diámetro».

También plantearía problemas someter a tales fuerzas al cuerpo de un ser humano, ya que un hipotético viaje espacio-tiempo conllevaría una extraordinaria aceleración. Asimismo, sería necesario aproximarse a entornos con una fuerza de gravedad tan poderosa que desintegraría a un astronauta sin protección en cuestión de segundos. ¿Cómo viajar?«En cualquier caso –reflexiona este astrofísico–, si la humanidad lograra alcanzar algún día la tecnología adecuada para superar estos retos, no sería complejo proteger tecnológicamente a los viajeros temporales, asegurando así su regreso a casa sanos y salvos».

Una vez construido el túnel del tiempo, una de las opciones para emprender ruta sería ir al futuro. Aunque parezca inverosímil, cada vez que montamos en avión viajamos hacia el futuro aproximadamente un nanosegundo. Es un lapso de tiempo muy pequeño –la millonésima parte de un segundo–, pero que ha llegado a ser registrado por relojes atómicos, extremadamente precisos, confirmando así el enunciado de Einstein.En teoría, adelantarse en el tiempo no plantearía grandes paradojas a la hora de respetar el devenir de los acontecimientos. Sólo podría generar puntos de fricción la posibilidad de que, a su regreso de una excursión al futuro, el viajero temporal decidiera comunicar a sus contemporáneos conocimientos demasiado avanzados para su época.

Una situación similar se planteaba en la primera película de la saga «Regreso al Futuro», donde Michael J. Fox adelantaba a sus padres lo que sería, unos años después, el revolucionario sonido del «rock&roll». En apariencia, esto no plantearía ningún interrogante. Sin embargo, en el caso de que esta canción hubiera llegado a oídos de su futuro compositor, ¿a quién debería haber reconocido la SGAE los derechos de autor, al músico que se «apropió» de esta inspiración o al viajero del tiempo que tocó el tema por primera vez?La vuelta a casa plantearía otro problema para el turista del futuro. Según la teoría especial de la relatividad, si jugamos con el efecto de la aceleración sobre el tiempo descubriremos que las horas pasan más despacio para quien se mueve más rápido.

Un ejemplo de esta situación lo plantea la conocida como «paradoja de los gemelos». «Supongamos –expone Toboso– que, de dos hermanos gemelos, uno de ellos decide viajar en un cohete, a una velocidad muy elevada, hasta una estrella cercana». «Al regresar a la tierra de su viaje –que digamos, duró un año– se daría cuenta que en este planeta habrían transcurrido, en realidad, diez años y que él, gracias al efecto de la aceleración sobre el tiempo, tendría nueve años menos que su hermano en la tierra».¿Se puede cambiar el pasado?Si ir a conocer el futuro parece una tarea complicada, mucho más lo será trasladarse al pasado. Para empezar, no se podría conocer a Cleopatra o evitar la II Guerra Mundial. Ni siquiera sería posible volver al lunes de la semana anterior al inicio del viaje. De construirse mañana la deseada máquina del tiempo, sería precisamente el día de su creación la fecha límite para dar marcha atrás en el calendario. Otro impedimento para realizar estas visitas lo plantearían escenarios como el que recoge la denominada «paradoja de la abuela». «Imaginemos que alguien viajase a su propio pasado y matase a su abuela. Como consecuencia, ese viajero nunca habría llegado a nacer. ¿Cómo, entonces, pudo viajar al pasado para perpetrar el homicidio?», plantea Mario Toboso. Contra esta visión se revela el físico Stephen Hawking, autor del famoso libro «Historia del Tiempo». A su juicio, la clave para hacer compatibles los viajes en el tiempo y el respeto por las normas del antes y el después radica en la llamada «teoría de la protección de la cronología», por la cual el efecto no puede darse nunca antes que la causa.Esta ley natural, por ahora desconocida, implicaría la resolución de una de las discusiones filosóficas más antiguas de la humanidad, aquella que se pregunta si somos enteramente libres o, por el contrario, nacemos marcados por un destino. Para el filósofo español, «la única manera de evitar las paradojas temporales es ir en contra de la teoría que defiende el libre albedrío, es decir, que un viajero del tiempo no podría, aunque quisiera, viajar al pasado para matar a su madre. La naturaleza y el destino se lo impedirían».