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Se acabó la cadena en Genk

Hijos de españoles emigrantes han perdido su trabajo en la fábrica de automóviles de Ford en Bélgica, adonde su padres se marcharon en los 50. Ahora la produccción se ha trasladado a Almussafes

Una mujer llora por su trabajo
Una mujer llora por su trabajolarazon

En 1955, Manuel Reyes Muñoz, que había nacido en Sevilla y trabaja en Mallorca, huyó de la pobreza en España y se marchó a Genk, Bélgica, a ganarse la vida en una mina. Tenía 18 años, hacía deporte y estaba fuerte para trabajar sacando carbón. Puede que Manuel Reyes pensara en volver algún día, después de ganar dinero y después de que España saliese de su crisis. Pero no lo hizo. Conoció a una mujer belga y la vida, entonces, ya sí que le cambió para siempre. España sería el pasado y el lugar de vacaciones, donde comprarse una casa en Conil, para disfrutar del verano.

Manuel trabajó en la mina, pero durante un año también probó en la fábrica de Ford. No aguantó mucho, aunque no está claro por qué. Quizá en la mina de carbón pagaban mejor. Su hijo Juan José no tiene una explicación. De 43 años, él sí trabaja en la fábrica de Ford de Genk. Lo ha hecho durante los últimos 25, la última época cortando el metal, para hacer las puertas de los coches. Esta semana le dijeron que se acababa, que cerraban porque la producción se traslada a Almussafes, Valencia. Más de 4.000 personas se van a la calle en Genk, sólo en empleos directos. Entre ellos Juan José Reyes, el hijo de Manuel, el que se fue de España a ganarse la vida. «Si en Valencia me quieren fichar», dice medio en broma, medio en serio, con un español imperfecto y con acento belga. Hace unos años ya estuvo allí, trabajando una semana.

Alegría en Almussafes
Va a ser complicado, por no decir imposible que le contraten. En Almussafes respiran aliviados, confiados en que hay un futuro. En Genk lloran y se preguntan qué va a ser de ellos. Esto es la globalización. Ford ha decidido que los modelos que se fabricaban en Bélgica se van a hacer ahora en España. Y que algunos modelos que se producían en España, se producirán en Alemania. En realidad, es probable que en Almussafes no haya más trabajo. Pero, al menos, sí hay trabajo para algún tiempo. La sensación es extraña en la fábrica española, donde trabajan 6.300 personas y en la que ha habido un ERE que despidió a 600 y ahora tienen horario reducido: trabajan hora y medio menos cada turno, unas tres horas menos al día. No es fácil la situación en Almufasses, como reconocen en Comisiones Obreras. «No queremos presentar esto con triunfalismo, cuando en Bélgica se han acabado 4.300 trabajados directos. Nosotros nos ponemos en su situación. Imagínate cómo estaríamos si hubiese sido al reves. En realidad –continúan los sindicatos– lo que ha sucedido es una mala noticia para la marca Ford Europa».

Nadie sabe qué va a pasar y los sindicatos se niegan a hacer elucubraciones. Lo único seguro es que en Genk no se hará nada. Y que la situación no es buena en Valencia, pero podía haber sido peor. En la fábrica española todo depende de si los modelos que ahora se van a hacer tienen buenas ventas. Ahora mismo, es imposible conocerlo.

Crisis en Bélgica
«Nosotros llevamos noches sin dormir. Mi mujer, mi hija y yo», cuenta José Espinel, hijo de españoles, como su mujer, y que ahora tiene que buscarse otro trabajo, porque le han cerrado la fábrica de Ford. Su padre nació en Granada, se fue a buscar trabajo en Barcelona ya que su madre no podía mantener a tres hijos. Como en España no había nada que hacer, finalmente emigró a Genk, en 1958, a sacar el carbón de la mina. No había opción. Irse era una cuestión de supervivencia.

A José Espinel su padre le contaba que en España hacía más calor que allí y más pobreza, que su abuela no podía mantenerlos. Para que no olvidasen sus raíces, cada año volvían a España, cada vez a un lugar: a Alicante, a Barcelona, a Salou. José se hizo hincha del Real Madrid en la lejanía. Ahora con la televisión tiene muchas más posibilidades de disfrutar de su equipo. Entre el Genk y el Madrid, va con los de Mourinho.

José no sabe qué va a pasar. Su padre huyó de España para buscar trabajo y ahora España se ha llevado su trabajo. La vida es muy rara. Tiene 40 años y trabaja en Ford desde los 18, tras terminar la escuela, en la que daba cuatro horas semanales de español. Cuando entró en Ford, su padre también estaba en la fábrica, después de haber abandonado la mina. José ha trabajado haciendo motores, ha soldado, ha montado baterías y durante los últimos 8 años ha hecho controles de calidad. Todo eso ha terminado. Dice que a su alrededor han cerrado también fábricas y que mucha gente está en el paro. Que no sabe qué hacer. «La culpa no es de España», insiste. España, de donde emigró su padre, a donde ha emigrado su trabajo.