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El Atlético no es de fiar

La Razón
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El Atlético, tradicionalmente, no ha sido de fiar. Ni en sus mejores tiempos se ha podido apostar por él. Ahora, tal vez menos que nunca. De un final glorioso de la pasada campaña ha pasado a la permanente indefinición. Es el paradigma de la incertidumbre. De la misma manera que no se puede apostar por su triunfo tampoco conviene jugársela por lo contrario.

La eliminatoria tiene al Madrid como claro favorito. Ambos poseen una condición en común: están en construcción. La diferencia reside en que el Real tiene más posibles y por ello contrata jugadores de mayor valía, los cuales, aunque no formen conjunto cohesionado, por su propia condición acaban ganando.

El Atlético es un proyecto desde que lo dejó Calderón. Con él había continuidad, el equipo se parecía de un año para otro y las incorporaciones eran hechas con sentido común. El que aportaba Víctor Martínez, quien sabía buscar, hallar y pagar precios razonables. Desde entonces, futbolística y económicamente, ha ido de Herodes a Pilatos.

Ahora mismo, su presidente, Enrique Cerezo, a quien le traspasan los futbolistas sin que se entere, se le hacen los dedos huéspedes por tener que jugar los lunes. Culpables de ellos son los dirigentes y quienes han aceptado para el presente y el futuro un reparto ignominioso de los derechos televisivos. No discutir de igual a igual tiene estas consecuencias. Y hoy, salvo aparición del Atlético milagroso, no habrá reparto de goles.