África

Nueva York

Sakamoto notas de una biografía

Dónde: Teatro Arteria Coliseum. Gran Vía, 78. Cuándo: martes 15 de noviembre, 21:00 horas. Cuánto: 30 euros.

Sakamoto, un ácrata de joven y ahora, ecologista convencido
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«Corría la leyenda de que, en ese instituto convertido en barricada, Sakamoto tocaba a Debussy con el casco puesto; pero yo no lo recuerdo bien. Si lo hice, sin duda fue para ligar». Mayo del 68 había llegado a Tokyo y un joven rebelde y algo pasota, dotado para la música pero sin demasiado interés aún en tomársela en serio, vive libremente. Con una sinceridad llamativa para un japonés, Ryuichi Sakamoto se retrata en «La música os hará libres» (Altaïr), sus memorias, que se publican coincidiendo con la visita del pianista y compositor de las bandas sonoras de «El último emperador» y «Feliz Navidad Mr. Lawrence» a España, donde actuará en formato trío, junto a su viejo amigo Jacques Morelenbaum y una joven coreana: será en Madrid (15 de noviembre), Cartagena (16), Barcelona (18) y Valladolid (20).

Notas que alivian
En las páginas del volumen el lector encontrará a un joven ácrata al que no le hacía mucha falta que nadie le hiciera libre: «De vez en cuando, tras sucesos como los del 11-S o el tsunami de Japón a comienzos de este año, la música me alivia. Quizá no las partituras, pero sí algunas notas al piano me llegan al alma», cuenta sobre el título de sus memorias.

Su formación cultural es apasionante –su etapa en el teatro, las influencias de Godard y de sus lecturas– y sobre todo la musical, desde su inicial devoción por Debussy, Beethoven, Bach y los Beatles hasta su evolución hacia Steve Reich y John Cage, su respeto por el maestro Toru Takemitsu, y su triunfo con la Yellow Magic Orchestra. Sakamoto ríe cuando se le pregunta qué es lo siguiente: «No lo sé, en mi infancia me salté a los románticos, como Schubert o Mahler, porque pasé de Beethoven a Debussy. Recientemente he estado escuchando a esos autores mucho, los he estudiado. También la música tradicional japonesa, como la del teatro Noh y la del Kabuki, que tiene más de un milenio. Aún hay muchas cosas nuevas para mí». Un regreso a los clásicos que sorprende: «Quizá es porque siguen estando frescos y son desconocidos», reflexiona.

Sakamoto siempre fue combativo. Y lo sigue siendo: desde hace años ha abrazado el ecologismo, aunque no es lo único que le preocupa: «El sistema monetario es malvado; pero hay gente joven protestando en Wall Street y Europa. Todo está relacionado, tiene que ver con la ecología: corremos el riesgo de destruir la naturaleza sólo por dinero. Es estúpido», dice.
Instalado en Nueva York, cuenta que allí vivió de forma traumática el 11-S y que la reacción de EE UU, con la invasión de Irak, supuso un cambio en su percepción de occidente: «Me di cuenta de que incluso Debussy, a quien admiraba, representaba al imperio francés que se construyó sobre la opresión de África. Japón no es mejor, fue un imperio criminal. Todos lo somos. Por desgracia, la música tiene pilares en los problemas sociales. Debemos comprender esa relación».

 

Cuentos de Tokyo
Buena parte de las memorias de Sakamoto transcurren en su juventud, en Tokyo, entre clases y tardes de jazz en los cafés de Shinjuku. «La ciudad ha cambiado mucho de cómo era antes de los Juegos de 1964. Otro gran cambio ocurrió en los 70: Japón se empezó a fortalecer y en los 80, se convirtió en el país más rico del mundo. Es interesante analizar los cambios en sólo 60 años».